ECUADOR CLASIFICA AL MUNDIAL DE 2026
CON UN EMPATE QUE SUENA A HAZAÑA
"En el fútbol, como en la vida, quien no se arriesga no gana... y Ecuador volvió a creer"
La noche en Lima no tuvo goles, pero sí un eco que retumbó desde el Estadio Nacional hasta los corazones de millones de ecuatorianos. Un empate sin estridencias, un 0-0 que, sin embargo, vale un pasaje al cielo del fútbol: el Mundial de 2026. Ecuador, contra viento, marea y hasta una sanción que lo obligó a empezar con -3 puntos, clasificó de manera directa a la máxima cita futbolera. El resultado no se midió en cifras, sino en resistencia, corazón y alma.
En el silencio tenso de la capital peruana, se escuchó el grito más puro del fútbol: "¡Sí se pudo, sí se pudo!". Un coro nacido del esfuerzo colectivo, de los pies curtidos y las gargantas rotas. Porque no se trata sólo de clasificar. Se trata de la historia que se escribe con cada cruce, con cada barrida, con cada lágrima que no se ve por televisión. Se trata de regresar al Mundial como quien vuelve a casa, pero sabiendo que ha cambiado por dentro.
"El fútbol es un estado de ánimo." — Jorge Valdano
Una Blanquirroja que se apaga
Perú, en cambio, se hunde en su propio abismo. Agoniza en la tabla con tan solo 12 puntos, abrazando una posibilidad que parece un espejismo: el repechaje intercontinental. Lo intentó, sí. Desde el minuto dos, con un remate de Andy Polo que ilusionó. Luego con Paolo Guerrero, el eterno, el símbolo, que sigue remando contra el tiempo. Pero no bastó. Porque el fútbol no premia la nostalgia, sino la contundencia. Y esta vez, el arco estuvo sellado.
Gallese volvió a vestirse de salvador para evitar que Ecuador se llevara más que un empate. Pero ni su figura pudo borrar la sensación de que esta selección peruana está más cerca de su ocaso que de un nuevo amanecer.
"Ganar es mejor que jugar bien, pero jugar bien te acerca a ganar." — Johan Cruyff
La Tricolor: corazón de volcán
La selección ecuatoriana se sobrepuso a todo. Al puntaje negativo, a la presión, a la historia misma. Porque no olvidemos que es apenas su quinto Mundial. Y cada uno de ellos ha sido una epopeya escrita a base de coraje y rebeldía.
Beccacece, su entrenador, lo dijo con humildad y firmeza: "Esto es solo el primer paso. No nos conformamos, queremos crecer". Porque esta Tricolor no solo quiere estar, quiere competir, quiere soñar con los ojos abiertos. Con Moisés Caicedo desbordando alma, con Enner Valencia trayendo experiencia y con un Gonzalo Valle que atajó más que balones: atajó el miedo.
El juego tuvo destellos, sí. Pero fue la emoción la que gobernó. Porque Ecuador jugó como si supiera que el fútbol no perdona la tibieza. Y resistió con diez hombres, con el aliento en vilo y la mirada fija en el horizonte de América del Norte.
"A veces perder es ganar y no encontrar lo que se busca es encontrarse." — Jorge Valdano
Un país celebra con lágrimas en la piel
Esta clasificación no es un dato: es una epopeya. Desde la Sierra hasta la Costa, desde el Oriente hasta Galápagos, Ecuador canta. Porque el fútbol no es sólo un deporte, es el espejo donde un pueblo se ve reflejado con esperanza. Es una patria que vibra en cada regate y sueña con cada silbato final.
Y mientras en Lima los abrazos tricolores se fundían con las lágrimas de alivio, millones en Guayaquil, Quito, Cuenca o Esmeraldas encendían una vela simbólica: la de la ilusión renovada. Porque estar en el Mundial es también recordar que se puede, incluso cuando parece imposible.
"El talento depende de la inspiración, pero el esfuerzo depende de cada uno." — Pep Guardiola
Voces que resisten
"No se trata sólo de clasificar. Se trata de lo que se deja atrás: el sacrificio anónimo, las críticas injustas, los viajes infinitos, el dolor en silencio. Ecuador no solo va al Mundial: Ecuador vuelve a creer en sí mismo."
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