Uribe Turbay: La herida que aún late en Colombia
La política se enfrenta a su propio abismo: cuando el silencio clínico es más elocuente que los discursos
“En política, lo que empieza con miedo termina con sangre.” — Bertolt Brecht
El senador colombiano Miguel Uribe Turbay, herido gravemente en un atentado con arma de fuego el pasado 7 de junio, ha comenzado su proceso de rehabilitación neurológica, según confirmó la Fundación Santa Fe de Bogotá este 14 de julio citada por la agencia EFE. Aunque permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos, conectado a soporte ventilatorio y bajo monitoreo permanente, la institución médica señala una “respuesta clínica favorable y estable”.
La decisión de iniciar neurorrehabilitación se tomó tras evaluar resonancias, tomografías y otras pruebas. No obstante, el pronóstico neurológico sigue siendo reservado. El parte es el primero emitido por la clínica en más de once días, y confirma que el político de 39 años aún se encuentra sedado, con atención crítica especializada.
“El valor no es la ausencia del miedo, sino el juicio de que hay algo más importante que el miedo.” — Ambrose Redmoon
Bogotá no duerme. La noche del 7 de junio, la política colombiana fue estremecida por el eco de seis disparos. Miguel Uribe Turbay, nieto del expresidente Julio César Turbay, fue atacado en plena vía pública mientras encabezaba un acto de campaña. La imagen del cuerpo ensangrentado, alzado por sus propios seguidores entre gritos y desesperación, fue vista por millones.
El ataque no sólo fue un golpe contra un hombre: fue un dardo envenenado contra la institucionalidad democrática. Una democracia que, entre sus sombras, intenta sobrevivir a sus propios espectros. El atentado despertó la memoria de un país cuya historia ha estado marcada por el plomo y el dolor. La figura de Uribe Turbay, crítico del gobierno de Gustavo Petro, se volvió símbolo de una Colombia desgarrada, incapaz aún de blindar la diferencia sin sangre.
“Donde hay poca justicia es un peligro tener razón.” — Francisco de Quevedo
La noticia de su mejoría parcial llega como un hilo de luz entre tanto luto cívico. Y políticamente, representa también una tregua. El precandidato se mantiene con vida, su equipo legal gana tiempo y el país evita —por ahora— un nuevo mártir político. Mientras tanto, sus seguidores esperan, su partido calcula y el país, aún perplejo, sigue caminando sobre brasas.
“La violencia contra el discurso político no es sólo un crimen: es un intento de secuestrar el futuro.”
— Reflexión de RCJ
Uribe Turbay resiste. Su cuerpo lucha desde la cama de cuidados intensivos. Pero la democracia también debe luchar desde las plazas, desde el respeto al adversario, desde el valor de disentir sin temer morir por ello.
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