Una caída que retumba en lo más alto
El adiós abrupto de una mujer que vivía por y para el vértigo
“El riesgo es el único camino hacia la libertad”, decía Helen Keller. Y Marta Jiménez lo sabía. Este domingo, su vuelo terminó antes de tocar el cielo. Murió a los 34 años mientras practicaba lo que más amaba: el salto base. Ocurrió en Punta Calva, en el valle de Chistau, Pirineo aragonés, un paraje tan bello como implacable. Su paracaídas no se abrió a tiempo, y su cuerpo, entregado al aire, fue recogido más tarde por un helicóptero de rescate que no pudo hacer otra cosa que certificar lo irreversible.
Emergencias recibió la alerta a las 10:30 de la mañana. Otra deportista fue testigo de la caída. La Guardia Civil confirmó que las lesiones eran incompatibles con la vida. Marta fue trasladada a Boltaña y luego a Huesca, en una cadena silenciosa de despedida. La montaña, que tantas veces la ovacionó, hoy se convirtió en su silencio final.
“La vida se encoge o se expande en proporción al coraje de uno” —Anaïs Nin
Marta no era una figura anónima. Su rostro, su coraje y sus hazañas eran bien conocidas por la audiencia de El Hormiguero, donde debutó en octubre de 2023. Allí, bajo las luces del plató, desafió la gravedad con saltos desde 60 metros de altura, vuelos con tirachinas gigantes o puenting extremo. Le llamaban “la mujer adrenalina”. No era un apodo: era una declaración de principios.
Su última aparición fue hace apenas unas semanas, en junio de este mismo año. En aquella ocasión, demostró que el wakesurf también podía practicarse en una piscina hinchable. Un guiño lúdico a un público que la admiraba tanto como ella amaba lo que hacía.
“La muerte no es triste, lo triste es que la gente no sepa vivir” —Eduardo Galeano
Marta Jiménez se convirtió así en la novena víctima mortal en lo que va del año en las montañas de Huesca. Pero más allá de la estadística, su historia deja un eco que no se disipa. Fue una mujer valiente, generosa, alegre. Su legado no se mide en minutos televisivos ni en likes: se mide en corazones encendidos por su audacia.
“No vivía con miedo, vivía con propósito. Su vida fue breve, pero inmensa. Voló tantas veces que, cuando cayó, ya había tocado las estrellas.”
— Reflexión de RCJ
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