Ayuso, en Barcelona: cuando la política del ‘no’ deja al PP sin Cataluña
Un gesto simbólico, una batalla de relatos y una fractura que debilita las aspiraciones nacionales del Partido Popular
“La lengua es la casa del ser.” – Martin Heidegger
Este 6 de junio de 2025, la ciudad de Barcelona acoge la Reunión de Presidentes de Comunidades Autónomas. Un foro que debería estar marcado por la colaboración institucional, pero que ha sido empañado por la actitud confrontativa de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Su rechazo explícito al uso de pinganillos para traducir las intervenciones en lenguas cooficiales ha encendido las alarmas políticas y simbólicas.
Un ‘no’ que suena a desprecio
Cuando Ayuso manifiesta su negativa a utilizar dispositivos de traducción, no está cuestionando la tecnología: está cuestionando la legitimidad del catalán como lengua institucional. Y lo hace, nada menos, que en Barcelona, el núcleo identitario del catalanismo político y cultural. En esa ciudad, cada palabra resuena con ecos de historia, resistencia y orgullo colectivo.
El gesto de Ayuso puede leerse como un acto de reafirmación ideológica, pero también como una provocación innecesaria en un momento en que el PP busca ampliar su base electoral en comunidades donde ha sido históricamente débil.
El precio electoral del centralismo
Para un partido que sueña con volver a La Moncloa, este tipo de mensajes puede tener un alto coste político. Porque no solo alejan al votante catalán moderado, sino que refuerzan la imagen de un PP que no comprende –o no respeta– la diversidad lingüística de España.
En un país donde la pluralidad lingüística está protegida por la Constitución, el rechazo a los pinganillos no es una anécdota: es un gesto que insulta a millones de ciudadanos que hablan gallego, euskera o catalán como lengua materna.
Ayuso vs. Feijóo: la batalla interna del relato
Este episodio también refleja una tensión creciente dentro del PP. Mientras Alberto Núñez Feijóo intenta mantener un perfil institucional y evitar confrontaciones innecesarias, Ayuso impulsa una agenda de identidad dura y polarización cultural, que recuerda más al estilo de Vox que al de un partido de gobierno.
Feijóo –gallego y defensor del bilingüismo– sabe que esta línea dura puede alejar al votante moderado. Pero la fuerza mediática de Ayuso y su popularidad interna limitan su capacidad de contrapeso.
Pinganillos, pero también puentes
En una España fragmentada y necesitada de diálogo, el uso de pinganillos es más que un recurso técnico: es una señal de respeto mutuo. Rechazarlos en nombre de la “unidad” es no entender que la unidad solo es auténtica cuando incluye, no cuando impone.
Lo que debería haber sido una jornada de cooperación y construcción de consensos se ha convertido, por decisión de Ayuso, en otro episodio de confrontación cultural. Y lo ha hecho justo cuando el Partido Popular necesita sumar, no restar. ¿A quién le habla Ayuso? ¿Y a quién deja fuera?
Voces que resisten
"Cuando un líder desprecia la lengua del otro, desprecia también su historia y su dignidad. La política necesita hoy más puentes que barricadas.” RCJ Digital
RCJ Digital En política, como en la vida, los símbolos hablan. Y lo que se niega a traducirse, termina por alejarse.
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