Trump posterga sus aranceles más duros y refuerza la presión global
De la amenaza al cálculo: una nueva estrategia comercial desde la Casa Blanca
El presidente Donald Trump ha decidido postergar hasta el 1 de agosto la implementación de sus aranceles más punitivos, que originalmente estaban previstos para el 9 de julio. Así lo anunció su portavoz, Karoline Leavitt, en conferencia de prensa desde la Casa Blanca, en declaraciones recogidas por AFP.
El aplazamiento se enmarca en una ofensiva comercial más amplia que incluye la imposición de un recargo del 25% a productos provenientes de Japón y Corea del Sur, en un intento por condicionar sus relaciones bilaterales y acelerar las negociaciones pendientes. Las cartas enviadas a ambos gobiernos fueron publicadas por el propio Trump en su red Truth Social.
"El comercio que no es justo, termina siendo una forma de guerra silenciosa" – John Maynard Keynes.
La medida representa una ligera modificación para Japón, que inicialmente enfrentaría un arancel del 24%, pero mantiene la presión sobre Corea del Sur. Trump también advirtió que cualquier intento de etiquetar productos como japoneses o surcoreanos sin serlo, implicaría recargos aún más elevados.
Según AFP, esta política comercial se ha convertido en eje central desde su regreso a la Casa Blanca en enero de 2025. Con aranceles del 50% para sectores como el acero y el aluminio, y del 25% para automóviles, Trump busca reposicionar a Estados Unidos frente a lo que denomina "ventajas injustas" de sus socios globales.
"Donde hay poca justicia es un peligro tener razón" – Francisco de Quevedo.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, confirmó en CNBC que los aranceles no se aplicarán antes del 1 de agosto y adelantó que “varios acuerdos” podrían firmarse en las próximas 48 horas. Entre ellos, destaca un pacto con Indonesia por el que importará un millón de toneladas de trigo estadounidense al año durante los próximos cinco años.
Además, el propio Trump sostuvo una conversación con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en la que según ambas partes, hubo un “buen intercambio”. El objetivo: avanzar hacia un equilibrio comercial sin desatar una guerra aduanera total.
VOCES QUE RESISTEN
Cuando el lenguaje del comercio se convierte en el de la intimidación, estamos frente a una diplomacia de acero disfrazada de pragmatismo. Trump no solo reconfigura los flujos de importación y exportación: redefine la política exterior como una tabla contable donde el déficit es más grave que la falta de ética.
Las consecuencias de estos aranceles no solo golpean a los países receptores. Impactan a los consumidores, a los trabajadores y a los pequeños empresarios que quedan atrapados entre la lógica proteccionista y la dependencia de mercados abiertos. En nombre de “América Primero”, se erigen muros invisibles que aíslan al país del multilateralismo que alguna vez lideró.
La historia ya nos enseñó que los aranceles no construyen imperios duraderos, sino conflictos innecesarios. En cada cálculo numérico, hay vidas humanas que dependen del comercio justo. Y en cada amenaza arancelaria, se esconde el miedo de un imperio que ya no quiere competir, sino imponer.
"Los que pueden renunciar a la libertad esencial para obtener una pequeña seguridad temporal no merecen ni libertad ni seguridad" – Benjamin Franklin.
"Un buen trato no es aquel que uno impone, sino aquel que ambas partes temen perder" – RCJ.
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