Cuatro actos y un apellido: El caso Pardo de Vera
“La sangre es espesa, pero el deber del periodista lo es aún más.” —RCJ
ACTO I — DOS HERMANAS Y UN NOMBRE QUE PESA
Ocurre en Madrid.
En el mundo del poder y del periodismo, pocas historias se entrecruzan con tanta carga emocional como la de las hermanas Pardo de Vera.
Una, Isabel, poderosa tecnócrata, expresidenta de Adif y luego Secretaria de Estado de Transportes bajo el Gobierno de Pedro Sánchez. La otra, Ana, periodista de mirada aguda, colaboradora habitual en tertulias como Todo es Mentira, con verbo punzante y ética férrea.
Durante años convivieron sin conflicto aparente. Dos trayectorias brillantes, paralelas. Un apellido que se proyectaba, con luces distintas, en dos esferas de influencia. Pero todo cambió cuando estalló el ‘caso Koldo’.
ACTO II — LA CAÍDA: CUANDO LA JUSTICIA IRRUMPE
Los hechos.
La Audiencia Nacional confirma: Isabel Pardo de Vera está formalmente imputada. La ex alto cargo del Ministerio de Transportes es ahora sospechosa de malversación, cohecho, tráfico de influencias, prevaricación y pertenencia a organización criminal.
Hasta entonces, la periodista Ana la había defendido públicamente con una mezcla de lealtad y dolor. Pero con la noticia de la imputaciòn, su silencio se volvió inmediato.
Ana desaparece del foco mediático. Abandona las cámaras. No responde mensajes. Ni una palabra. Ni siquiera un tuit. Silencio total.
La pregunta flotaba en los pasillos: ¿Protegería Ana su apellido… o su profesión?
ACTO III — EL REGRESO: LA PERIODISTA HABLA
10 de julio de 2025.
El plató de Todo es Mentira vuelve a encender los focos. Ana Pardo de Vera regresa al programa de Risto Mejide. Está más delgada. Seria. Intensa. Pero no derrotada.
Risto lanza la pregunta que todo el país espera. Y Ana no se esconde. Habla. De frente. Y sin temblores.
“¿Tú te crees que mi hermana me iba a contar a mí algo? Nada de nada. En eso somos iguales. Nunca ha habido interferencia entre nosotras. Es lo sano, es lo honesto.”
La audiencia contiene el aliento. No hay lugar para el show. Solo verdad. Ana continúa:
“Yo no conozco a Koldo. Jamás me he tomado un café con Ábalos. Mi hermana ha querido protegerme porque sabe que si yo tengo información tendría que publicarla. Y ese es el mayor dolor de mi corazón: que si ella cae, yo me muero… pero tendré que contarlo.”
ACTO IV — LA VERDAD COMO HERIDA Y COMO ARMA
Ana lo ha dicho todo. No necesita gritar. Sabe que la grieta es real: la línea que separa el lazo familiar de la verdad profesional. Lo ha dicho sin florituras: si su hermana cae, el dolor será devastador, pero también lo será su deber de contarlo.
Y ahí está la grandeza y el dilema de esta historia.
¿Qué ocurre cuando la noticia golpea en casa?
¿Puede una periodista mantener su integridad cuando es su propia sangre la que está bajo sospecha?
Lo que Ana ha hecho no es espectáculo: es testimonio. Es ética. Es resistencia.
VOCES QUE RESISTEN
“Si mi hermana cae, yo me muero. Pero tendré que contarlo.” —Ana Pardo de Vera
“La verdad es la única hija legítima del tiempo.” —Aulo Gelio
“Cuando el periodista decide callar por lealtad, renuncia a su oficio. Pero cuando elige contar por dolor, lo eleva al rango de verdad.” —RCJ
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