Bajo los escombros: la memoria aún sin nombre
Subtítulo editorial: Cuando la tierra calla y el mundo mira hacia otro lado
“Incluso la muerte merece ser contada”, escribió una vez el poeta sirio Nizar Qabbani. Hoy, esa sentencia resuena como un eco sordo entre los escombros de la Franja de Gaza, donde el Ministerio de Sanidad estima que al menos 2.500 cadáveres permanecen atrapados bajo ruinas inalcanzables. No hay gritos. Solo el silencio de lo que ya no puede moverse ni pedir auxilio.
Según información de Agencia EFE, Zaher Al Waheidi, director de la unidad de recuento de fallecidos en Sanidad, advirtió que la cifra es aproximada y que muchos de los desaparecidos no han sido oficialmente denunciados por sus familias. No es el olvido lo que mata, sino la imposibilidad de reclamar a quienes ya no están.
Números que no caben en el alma
Desde mayo, la cifra estimada de cuerpos bajo los escombros ha crecido drásticamente. Las razones son evidentes: el incremento de ataques, la militarización de la mayor parte del enclave palestino, y las órdenes israelíes de evacuación que convierten cada rincón en una trampa mortal. Israel controla ya más del 85% del territorio, según datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.
La guerra ha silenciado incluso el derecho más humano: el de enterrar a los muertos. “Muchos no podrán ser recuperados hasta que no haya un alto el fuego”, lamenta Al Waheidi, mientras las negociaciones entre Israel y Hamás continúan en Doha, como susurros diplomáticos frente al estruendo de bombas que no cesan.
Cuando el horror se vuelve costumbre
Sanidad reportó este martes que al menos 105 personas murieron en el último día, elevando la cifra total de fallecidos desde octubre de 2023 a 57.680 víctimas. En Gaza, cada cifra es un nombre, una casa que ya no existe, un cuerpo sin destino.
Pero el mayor drama quizá no es el número. Es la indiferencia con que se recibe. El mundo asiste con desgana al desplome de una ciudad que ya no puede contar su historia. Mientras tanto, los muertos se acumulan sin rostro ni sepultura.
“Morir no es nada; no vivir es espantoso.” – Victor Hugo
VOCES QUE RESISTEN
“La guerra no es solo la derrota de la paz, es también la suspensión del alma”, escribió RCJ en su cuaderno editorial. Hoy, en Gaza, el alma se cuartea bajo los cascotes, entre los pasos lentos de quienes buscan sin esperanza a sus hijos, a sus madres, a sus vecinos.
La política internacional, los intereses cruzados y la retórica de la seguridad no deberían tener más peso que una vida humana. Cada cuerpo no recuperado es una historia que no se podrá contar. Por eso, resistir también es escribir. Y recordar.
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