FRASES CÉLEBRES CON HISTORIA
📅 11 de julio de 2025
Maya Angelou
La mujer que aprendió a cantar después del grito
“Aún así, me levanto.” – cuando el alma se niega a quedarse en el suelo
La frase que no pudieron pisotear
“Puedes escribirme en la historia con tus amargas, torcidas mentiras. Puedes arrastrarme en el polvo mismo, Pero aún así, como el polvo... me levanto.” – Maya Angelou
El pañuelo en el bolsillo de mamá Lucrecia
En un barrio invisible de Nueva Orleans, una mujer de 74 años caminaba todas las mañanas hasta la puerta de una escuela pública. No tenía nietos allí. No tenía por qué ir. Pero iba.
–¿Por qué viene usted todos los días, señora Lucrecia? –le preguntó un maestro joven.
–Porque cada vez que cruzo esa puerta, le estoy diciendo al mundo: “Aún así, me levanto”.
No lo dijo con rabia. Lo dijo con el tono de quien ha sobrevivido a demasiados silencios.
La historia que su nieta jamás supo completa
Lucrecia fue limpiadora, costurera, cocinera. Se quemó las manos, se tragó insultos, parió sola. Una vez, cuando tenía 28 años, una señora blanca le escupió en el delantal.
–¿Qué hiciste, abuela? –le preguntó su nieta Candace muchos años después.
–No hice nada. Pero me prometí que tú jamás agacharías la cabeza.
Y desde entonces, cada vez que Candace tenía miedo de hablar en clase, su abuela le susurraba una línea de Maya Angelou, como un conjuro:
“Aún así, te levantarás.”
El podio que no estaba hecho para ella
En 2025, Candace fue elegida como la primera mujer negra en presidir el consejo académico del instituto. Cuando subió al escenario, temblaba. En la fila, Lucrecia la miraba con los ojos llenos de agua.
–No soy la mejor. No soy perfecta. Pero soy libre –dijo Candace.
Y al terminar su discurso, sacó del bolsillo un pañuelo bordado con las palabras:
“Still I Rise”
Lo alzó como quien levanta una bandera que no necesita territorio. Solo memoria.
VOCES QUE RESISTEN
(Este es un diálogo ficticio entre Maya Angelou y una niña desconocida en una biblioteca pública de Harlem, en los años 90)
–Señora Maya, ¿usted no tiene miedo?
–Mucho. Pero el miedo también se levanta conmigo cada mañana. Y si él lo hace, ¿por qué no habría de hacerlo yo?
–¿Y cómo se aprende eso?
–Primero te rompen. Luego escribes sobre las grietas. Y un día... cantas. Así se aprende.
–¿Puedo cantar también?
–Puedes. Debes. Porque tu voz es el único mapa que nadie puede arrebatarte.
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