CONTANDO LA NOTICIA DE OTRA MANERA
Frase del día: “La fe es un pájaro que siente la luz y canta cuando el amanecer todavía está oscuro.” – Rabindranath Tagore
QUE NO HAY QUE ANDAR POR EL MUNDO CONSUMIENDO BREBAJES, O CREER EN BRUJERÍAS... Esa podría ser la advertencia que muchos repiten con desdén o con temor. Pero lo cierto es que lo espiritual —lo desconocido— sigue siendo un terreno fértil para el turismo, el negocio y, en algunos casos, la tragedia.
Este jueves, las autoridades peruanas iniciaron una investigación tras la muerte de Aaron Wayne Castronova, turista estadounidense de 41 años, que falleció en medio de un ritual de ayahuasca en plena Amazonía. La sustancia —un potente brebaje alucinógeno elaborado a base de plantas— es tradicionalmente usada por comunidades indígenas para ceremonias de sanación espiritual.
Castronova, originario de Alabama, participaba en una sesión de turismo espiritual en un albergue remoto de Santa María de Ojeda, en la región de Loreto, al noreste del país y fronteriza con Brasil y Colombia, informa AFP. Según el médico forense Narciso López, tras ingerir ayahuasca, el turista "sufrió una descompensación que lo llevó a la muerte", desencadenando una reacción multiorgánica.
El caso, a cargo de la fiscalía de Maynas, indaga si los organizadores del ritual estaban realmente capacitados o si el suceso responde a una combinación de negligencia y marketing espiritual irresponsable. El albergue donde ocurrió el deceso está ubicado a cinco horas en bote desde Iquitos, capital regional.
Turismo espiritual y peligros disfrazados
Desde hace más de dos décadas, regiones como Loreto, Ucayalí y San Martín han vivido un auge del llamado turismo psicodélico. Muchos visitantes, procedentes de Europa o Norteamérica, acuden en busca de iluminación, desintoxicación emocional o simplemente experiencias "trascendentes". La ayahuasca, hecha con la liana del mismo nombre y otras plantas visionarias, se ha convertido en el corazón de este mercado espiritual.
Sin embargo, dice esta msima fuente informativa, la historia se repite. En agosto de 2024, un turista ucraniano, tras consumir ayahuasca en Yurimaguas, asesinó a una ciudadana rusa bajo sus efectos. Pese a estos episodios, los rituales siguen siendo ofrecidos como una puerta mística de autoconocimiento, sin suficientes controles médicos ni regulaciones estrictas.
La embajada de EE.UU. en Lima ha advertido desde enero de 2025 a sus ciudadanos: "No ingieran ni consuman alucinógenos tradicionales, a menudo conocidos como ayahuasca o kambo. Estas sustancias peligrosas suelen comercializarse a los viajeros en Perú como ceremoniales o limpiadores espirituales".
Muerte en el nombre del alma
El caso de Aaron Castronova vuelve a poner sobre la mesa un viejo dilema: ¿Dónde termina el respeto por las tradiciones y dónde comienza el deber de proteger la vida humana ante productos no regulados, vendidos bajo el disfraz de lo ancestral?
Para algunos, se trata de reencontrarse con lo sagrado. Para otros, simplemente, de exponerse al peligro disfrazado de ceremonia.
VOCES QUE RESISTEN
- RCJ: “El problema no es la planta, sino el negocio sin alma que la rodea. Se juega con vidas en nombre de la sanación.”
- Narciso López (forense): “La reacción fue multiorgánica. Murió tras ingerir el brebaje.”
- Embajada de EE.UU.: “No consuman alucinógenos tradicionales. Son comercializados como rituales, pero conllevan grandes riesgos.”
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