España amanece políticamente estremecida.
“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.”
— Groucho Marx
Una tormenta política sacude a Moncloa
España amanece políticamente estremecida. El reciente informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha provocado un auténtico terremoto en el corazón del gobierno de Pedro Sánchez. Las menciones e investigaciones que salpican a dos hombres clave del entorno presidencial —Santos Cerdán, secretario de organización del PSOE, y otro destacado colaborador como el actual diputado Josè Àvalos, ahora en el grupo mixto— suponen un golpe demoledor para la imagen de limpieza institucional que el Ejecutivo había intentado preservar desde el inicio de la legislatura.
El dilema de Pedro Sánchez: ¿y ahora qué?
Aunque Pedro Sánchez no ha sido directamente implicado en el informe de la UCO, el silencio puede volverse cómplice. La ciudadanía, aún con los indicadores económicos a su favor, podría pasar factura si no se actúa con rapidez y claridad. Los escándalos de corrupción han sido históricamente letales en la política española —baste recordar el fin del felipismo en los 90 o la tormenta que desató el caso Gürtel en el PP—. El reto de Sánchez no es menor: debe salir a escena con algo más que un discurso de defensa. Necesita una jugada de ajedrez.
¿Moción de confianza o cambio de rumbo?
Una opción que podría reforzar su liderazgo sería impulsar una moción de confianza. Aunque riesgosa, esta herramienta parlamentaria permite al presidente medirse en el Congreso y, si supera la votación, recuperar aire político y reafirmar autoridad. No obstante, es una jugada de alto voltaje: perderla significaría su salida inmediata del cargo. Si opta por no arriesgar tanto, otra vía plausible sería una remodelación profunda del gobierno, con el relevo inmediato de Cerdán y una purga ética que transmita ejemplaridad. También podría lanzar un pacto transversal contra la corrupción, invitando a otros partidos a sumarse a un acuerdo de regeneración política.
La economía: el salvavidas que aún flota
Paradójicamente, el gobierno Sánchez vive uno de sus mejores momentos económicos. El crecimiento sostenido, la recuperación del empleo, y el liderazgo en fondos europeos son bazas que puede jugar inteligentemente. Pero si no logra desmarcarse moralmente de las sospechas internas, ese éxito puede volverse invisible. La percepción pública lo es todo: si no se corta el hilo antes de que llegue a la cúspide, la indignación popular podría arrastrarlo incluso con indicadores positivos.
“El que tolera el crimen, se hace cómplice de él.”
— Cicerón
El silencio como riesgo: liderar o ser arrastrado
Sánchez debe elegir entre dos caminos: blindarse en silencio y esperar que las aguas bajen, o asumir la narrativa y liderar la crisis con firmeza. No es la primera vez que enfrenta un escenario adverso, pero esta vez no basta con la resistencia institucional: se necesita gesto político, frontalidad y autodepuración. Solo así podrá evitar que el escándalo crezca y se transforme en un caso de descomposición política, que arrastre consigo no solo al PSOE sino a la estabilidad del país.
Hay algunas alternativas que el presidente Sánchez puede emprender si quiere mantenerse en el poder
En medio del torbellino que supone el informe de la UCO, Pedro Sánchez aún conserva herramientas constitucionales, políticas y mediáticas para recomponer la confianza ciudadana y evitar un colapso institucional. La crisis no debe ser minimizada, pero tampoco asumida como irreversible. A continuación, se detallan algunas de las posibles estrategias a seguir, con sus riesgos y ventajas:
- Lo que ya ha hecho: Destitución inmediata de todo implicado. Sánchez ha dado el primer paso al apartar a figuras señaladas, incluso sin que haya una sentencia firme. Esta acción, aunque básica, envía una señal de cero tolerancia y refuerza el principio de ejemplaridad política. Sin embargo, no basta con cortar cabezas: debería acompañarlo de una reestructuración interna profunda en las áreas ministeriales afectadas, incluyendo una auditoría preventiva sobre los procesos de contratación pública en los últimos años. Si lo limita a una medida reactiva, perderá impacto político.
- Comparecencia institucional televisada: un acierto parcial. La aparición de Sánchez ante los medios fue correcta en forma, pero limitada en fondo. El país esperaba más que una declaración defensiva. Fue una oportunidad desperdiciada para anunciar un paquete de reformas éticas de gran calado. Debería considerar una segunda comparecencia, más extensa y con anuncios concretos: endurecimiento del control interno en el PSOE, creación de una oficina independiente de ética pública y nuevas leyes de transparencia, especialmente en materia de financiación partidaria.
- Impulsar una moción de confianza en el Congreso. Esta es quizás la jugada más audaz: someterse voluntariamente al juicio del Parlamento. Le permitiría no solo reafirmar su liderazgo ante la opinión pública, sino también obligar a sus socios —y a la oposición— a definirse claramente. Si la supera, ganaría autoridad moral. Si la pierde, la crisis derivaría en una convocatoria electoral. Es una carta arriesgada, pero que puede leerse como un acto de coraje democrático si se prepara con solidez.
- Abrir las puertas a una gran auditoría ciudadana del PSOE y de la gestión pública. Este sería un gesto sin precedentes en la política española. La ciudadanía exige más que discursos: quiere acceso a datos, transparencia real. Sánchez podría proponer una comisión de auditoría independiente, con miembros de la sociedad civil, universidades y expertos internacionales, encargada de revisar los contratos adjudicados por los ministerios investigados. Esto demostraría que el presidente no tiene nada que ocultar y que está dispuesto a que todo sea revisado, incluso su propio gobierno.
- Escuchar a la calle: una gira por España con tono humilde y explicativo. Nada reconstruye mejor la legitimidad que el contacto directo con la gente. Sánchez podría emprender una gira nacional, con foros abiertos, donde explique con sencillez lo que ha ocurrido, lo que está haciendo y lo que se compromete a corregir. No desde el púlpito presidencial, sino desde el terreno. Escuchar a ciudadanos indignados, asumir errores y mostrar humanidad puede ser más eficaz que cualquier estrategia de comunicación diseñada por asesores.
“Quien no se mueve, no siente las cadenas.”
— Rosa Luxemburgo
VOCES QUE RESISTEN
“No basta con no estar manchado; hay que demostrar que se es diferente. Lo que está en juego no es solo la reputación del presidente, sino la confianza de una ciudadanía que ha pagado con creces los abusos del poder.” RCJ Digital
El reloj político corre. El gobierno de Pedro Sánchez está en un punto de inflexión. El liderazgo no se mide solo en crecimiento económico, sino en cómo se enfrenta la sombra de la corrupción. Y, en este momento, la transparencia ya no es una opción: es la única salida.
RCJ Digital