Noboa recorta el 41% de instituciones presidenciales y despide a 5.000 empleados: ¿eficiencia o desmantelamiento?
A veces, reducir no es sinónimo de mejorar. En un país que aún late con las heridas de la inestabilidad, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa ha firmado un decreto que ordena la eliminación del 41% de las instituciones adscritas a la Presidencia. Un “plan de eficiencia” que implica el despido inmediato de 5.000 empleados públicos.
“La finalidad del poder es servir, no suprimir” – Simone Weil
Según reporta la agencia EFE, la portavoz gubernamental Carolina Jaramillo detalló en rueda de prensa que la reorganización reducirá los ministerios de 20 a 14 y las secretarías de 9 a 3. Asegura que el plan es parte de un proceso de modernización del Estado ecuatoriano.
“Se trata de brindar servicios públicos de calidad”, dijo Jaramillo. La medida –aclara– no afecta a policías, militares, médicos ni a personas con discapacidad. ¿Pero qué hay del tejido silencioso del Estado? Aquellos técnicos, funcionarios administrativos, asistentes invisibles que sostienen lo cotidiano.
“Destruir es fácil. Construir es arte” – Goethe
Las reformas son amplias: fusiones entre los ministerios de Cultura, Deporte y Educación; Turismo con Producción; Ambiente con Energía; Mujer con Gobierno. También se suprimen secretarías clave como la de Desnutrición Infantil, Inversiones Público-Privadas y Educación Superior.
En palabras de Jaramillo, estas fusiones permitirán "abrir nuevas oportunidades para jóvenes", aunque el anuncio fue recibido con suspicacia por sindicatos como la Unión Nacional de Educadores, que calificaron el plan de “maquiavélico” y han convocado protestas.
“Una sociedad que corta sus raíces sociales en nombre de la eficiencia, camina hacia la esterilidad” – Cornelius Castoriadis
La narrativa oficial pinta un Estado ágil, moderno, renovado. Pero la historia latinoamericana nos recuerda que las transiciones abruptas suelen dejar cuerpos sin voz y manos sin empleo. Y cuando se juega con las estructuras públicas, lo que se tambalea no es el gasto… sino la confianza.
Voces que resisten
Si se trata de reducir gastos superfluos, la nación aplaude. Pero si este “adelgazamiento” recae en quienes mantienen encendida la maquinaria pública, entonces el Estado está adelgazando la esperanza de su pueblo. El verdadero plan de eficiencia será aquel que ponga al ciudadano –y no al Excel– en el centro de sus decisiones.
— RCJ
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