LA OTRA MANERA DE CONTAR EL RELATO
Miguel ha dejado de ser periodista
Era 1 de julio de 2025, un día soleado en el calendario de la política española, pero con truenos retumbando entre las líneas de los periódicos. Miguel Tellado, de verbo bronco y arrogancia institucionalizada, ascendía como secretario general del Partido Popular. Dejaba atrás su piel de opinador para asumir la de general en tiempos de trincheras.
“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados” — Groucho Marx.
En ese entonces, su biografía digital —colgada en la web del PP— decía que era periodista. La Cadena SER lo reafirmaba al día siguiente, casi con tono profético: “Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Santiago de Compostela, Tellado inició su carrera profesional como periodista en la comarca de Ferrol”. Hasta ahí, la leyenda.
“No hay mayor mentira que una verdad mal contada” — Mario Benedetti.
Pero el 25 de julio todo cambió. Óscar Puente, ministro de Transportes y azote tuitero del PP, se tomó la molestia de escarbar en la biografía de Tellado como quien busca una pistola debajo de la alfombra. A las 9:13 de la mañana, con el café aún humeante, disparó: “Según la web del PP eres periodista. Y según la del Congreso, licenciado en Ciencias Políticas”.
Dos horas después, a las 11:25, volvió con pólvora nueva. “¡¡Cambiado!! ¡¡Bravo Miguel!! ¿De darse tiros en el pie había alguna asignatura en la carrera? Porque sacarías matrícula”, escribió en X, adjuntando la captura que lo demostraba: el periodista se había volatilizado de la web. Sólo quedaba el licenciado. Como si el teclado del PP borrara oficios con solo pestañear.
“La sátira es el espejo donde se ve todo, pero que no todos quieren mirar” — Jonathan Swift.
Y como en toda buena tragicomedia española, llegó el contraataque. Tellado, acorralado entre bits y tazas de hemeroteca, se defendió: “He trabajado como periodista, aunque soy licenciado. Debe haber 300 entrevistas donde lo he dicho”.
Y claro, el problema no es haber trabajado como periodista. El problema es hacerse pasar por uno. Porque si mañana alguien trabaja de cirujano sin haber estudiado medicina... bueno, a ver quién se pone en la camilla.
“No basta con ser honesto. También hay que parecerlo” — Cicerón.
Pero el verano está caliente. Y la política española no se queda atrás. Tellado volvió al ataque con un tuit tan lleno de ira como de sarcasmo: “Como ves que tu campaña infame se os está dando la vuelta, sigues con tu basura”. Le echó encima la escoba a Puente: “A ver si lo arreglas y no te llevas a Pilar Bernabé, Patxi López y a ti mismo por delante”.
El ministro, mientras tanto, se servía otro café y sonreía. Porque a veces, en política, el ridículo es más contagioso que un virus de verano.
Diálogo Ficticio – Congreso de los Diputados
Personajes:
– Óscar Puente, ministro de Transportes, verbo afilado y sorna veraniega.
– Miguel Tellado, secretario general del PP, verbo bronco y pose de gladiador.
[La escena transcurre en un pasillo ficticio del Congreso, en pleno julio. Afuera, el calor aprieta. Adentro, la temperatura política está a punto de hervir.]
Óscar Puente (entrando con móvil en mano):
—¡Vaya, vaya, Miguel! ¿Así que de periodista pasaste a politólogo con solo un clic? ¡Qué velocidad! Si todo fuera tan rápido en Renfe…
Miguel Tellado (cruzado de brazos, sin soltar la carpeta azul del PP):
—¿Y tú qué sabes de trenes, Óscar? ¿Te leíste siquiera el programa de infraestructuras o solo le diste retuit?
Óscar (le muestra su móvil con la captura de la web del PP):
—Mira, lo tengo fresco. El periodista se esfumó. Ahora eres “Licenciado en Ciencias Políticas”. Pero, dime algo… ¿cuándo lo descubriste tú?
Miguel (casi se ríe):
—Desde que tú y los tuyos dejaron de hacer política y se dedicaron al cotilleo de pasillo. Siempre fui licenciado. Que no lo pusiera en la web no te da derecho a montar una novela.
Óscar (se acerca, teatral):
—¿Novela? ¿Y cómo se titula? "El hombre que escribía sin título" o "El cronista sin carnet". Porque claro… periodista no eras, pero bien que hacías de redactor del partido.
Miguel (sin retroceder ni un centímetro):
—Trabajé como periodista. Más que tú como ministro. Y si vamos a hablar de papeles, enséñame el tuyo de buena educación. Ese sí que brilla por su ausencia.
Óscar (pone cara de sorpresa fingida):
—¡Uy! Toca sensible. A ver Miguel, si tanto te enorgullece tu título, ¿por qué lo escondías como si fuera un suspenso?
Miguel (tensando el gesto):
—No lo escondía. Simplemente no necesitaba exhibirlo para existir. No todos usamos el curriculum como salvavidas, ¿sabes?
Óscar (con voz baja y tono serio):
—No, tú lo usas como camuflaje. Para disparar sin que se note de dónde viene el ruido. Pero te lo digo ya, Miguel: cuando uno manipula su historia, acaba atrapado en ella.
Miguel (mirándole fijo):
—¿Tú me das lecciones de historia? ¿El ministro de la verborrea y las ruedas de prensa sin freno? ¿Tú, que cada vez que hablas de transporte das un rodeo?
Óscar (levanta las cejas):
—Al menos no me invento profesiones. Pero tranquilo. Aquí no estamos para juzgarte. Ya lo hace la hemeroteca… y el botón de editar del PP.
Miguel (cruzando los brazos):
—¿Y tú te crees periodista ahora? ¿O solo fiscal de tuit? Eres el mejor ejemplo de que el verano derrite el sentido común. Lo que desapareció no fue mi título. Fue tu seriedad.
Óscar (alejándose mientras le lanza una última sonrisa):
—Pues nada, Miguel… ya te lo han cambiado en la web. Enhorabuena. Has dejado de ser periodista... pero tranquilo, en este circo, siempre habrá un puesto para los contorsionistas.
Voces que resisten
“En un país donde los políticos debaten más sobre sus currículums que sobre el precio del alquiler o la sanidad pública, la política se convierte en espectáculo... pero sin guionistas decentes”.
RCJ
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