No permaneceremos callados: España y Europa exigen un alto en Gaza
“La paz no se puede mantener por la fuerza; solo puede lograrse mediante la comprensión.” — Albert Einstein
Este 16 de mayo de 2025, la conciencia europea dio un paso adelante. En Madrid, siete países del continente —España, Islandia, Malta, Noruega, Eslovenia, Luxemburgo e Irlanda— firmaron una declaración conjunta exigiendo el cese inmediato de la ofensiva israelí en Gaza, el levantamiento del bloqueo humanitario y la entrada urgente de ayuda internacional.
El encuentro internacional Momento Gaza, promovido desde La Moncloa, se convirtió en un foro de denuncia colectiva ante una escalada bélica que ya ha dejado más de 53.000 muertos en la Franja, con más de 200 víctimas registradas en las últimas 72 horas. La urgencia se palpa no solo en las cifras, sino también en las calles devastadas, en la falta de alimentos y medicinas, y en los desplazamientos forzosos que han vaciado barrios enteros.
Según El País, el texto rubricado destaca la necesidad de “garantizar el acceso pleno y sin restricciones de la ayuda” al enclave palestino, sitiado desde el pasado 2 de marzo. “Tenemos que asumir la responsabilidad para parar esta devastación”, señalaron los líderes presentes, sumando su voz a la de las miles de personas atrapadas bajo los escombros del silencio internacional.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, fue claro en su intervención: “Nuestro país está trabajando para presentar una resolución en la Asamblea General de Naciones Unidas exigiendo el fin del bloqueo israelí y la entrada inmediata de ayuda humanitaria”. También abogó por reforzar el diálogo euroárabe como camino hacia la paz.
La declaración no solo apunta al cese de los ataques, sino también a la necesidad de reactivar las negociaciones para un alto el fuego duradero y la liberación de todos los rehenes. Estados Unidos, Egipto y Catar son mencionados como actores clave en el proceso negociador.
Pero más allá del terreno militar, el documento hace énfasis en una solución política de fondo: la de los dos Estados. “Continuaremos apoyando el derecho del pueblo palestino a su autodeterminación”, se afirma. La paz duradera, argumentan, no será posible sin justicia y sin el cumplimiento estricto del derecho internacional.
Los firmantes también condenaron con firmeza la situación en Cisjordania y Jerusalén Este, donde denuncian un “aumento de la violencia de los colonos, la expansión de asentamientos ilegales y la intensificación de las operaciones militares israelíes”. Todo ello, añaden, constituye una violación flagrante del derecho internacional, así como una amenaza para la estabilidad regional.
Este paso diplomático se produce cuando se cumple un año del reconocimiento oficial del Estado Palestino por parte de España, Irlanda y Noruega, una decisión que provocó la retirada de embajadores por parte del gobierno de Israel y advertencias sobre represalias diplomáticas. A pesar de ello, Europa —o al menos una parte de ella— comienza a levantar la voz.
Con Gaza sumida en el horror, y el mundo dividido entre la parálisis y la complicidad, las palabras pronunciadas en Madrid se convierten en un clamor colectivo: “No permaneceremos callados frente a la catástrofe humanitaria a manos de personas que está ocurriendo delante de nuestros ojos”.
Las imágenes de los desplazados en la carretera Al Rashid, los gritos de ayuda, los cuerpos bajo los escombros, claman por algo más que comunicados: exigen acción. Europa, al menos una parte, ha decidido hablar.
“No es un acto de caridad, sino de justicia”, dijo Pedro Sánchez ante los líderes europeos.
El eco de esas palabras aún resuena en la Franja, donde el hambre no espera y la muerte no se detiene.
¿Podrá la diplomacia doblegar la brutalidad antes de que el reloj humanitario se quede sin tiempo?
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