LA BANDA DEL PEUGEOT Y OTRAS FICCIONES: CUANDO LA POLÍTICA PIERDE EL RUMBO
“En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario.”
— George Orwell
En una España que pide reformas, que clama por soluciones, que agoniza por la vivienda, los salarios, la sanidad y los precios, la política —o al menos cierta forma rancia de practicarla— prefiere el barro. Prefiere el tráiler. Prefiere la ficción.
Hoy, el Partido Popular ha decidido tirar de su maquinaria de edición y propaganda para lanzar un nuevo episodio de su saga más rentable: la judicialización sin juicio, la condena sin sentencia, la comedia de intrigas vestida de supuesta moral. Y lo hace a través de un vídeo cuidadosamente producido que más parece una serie de Netflix que un mensaje político responsable.
En la cinta, titulada “La banda del Peugeot”, se mezcla el pasado con el presente, la épica de las primarias del PSOE en 2017 con los titulares judiciales que aún no han sido ratificados por ningún tribunal. Cerdán, Ábalos, Koldo… incluso el hermano de Pedro Sánchez, David. Todos caben en el carrusel audiovisual de la derecha. Sin juicio. Sin matices. Sin prueba firme.
Las imágenes no informan. Insinúan. No buscan justicia. Buscan dañar. No denuncian la corrupción: la utilizan como arma. Todo eso ocurre, mientras los jueces aún no han hablado, y mientras el propio Santos Cerdán insiste: “No tengo ningún miedo, no he influido en ninguna adjudicación.”
¿Quién gana con esto? ¿Acaso ganan los españoles viendo convertida la política en tráiler judicial, la justicia en escenografía, el Parlamento en plató de rodaje? ¿Acaso sirve al pueblo que el líder de la oposición convierta cada filtración en munición electoral, como si su tarea no fuera también proteger el orden institucional hasta que los jueces hablen?
Que se investigue, sí. Que se depuren responsabilidades si las hay, también. Pero que se respeten los tiempos del derecho, no los del espectáculo. Porque hay una diferencia enorme entre exigir transparencia y usarla como dardo. Entre fiscalizar y destruir.
España no se merece esta forma degradada de hacer política. La democracia se construye hablando de lo que nos une, no solo de lo que se rumorea. Se construye en las aulas, en los hospitales, en las pensiones. No en la sala de montaje de un spot electoral que caricaturiza al adversario sin esperar sentencia.
“Y cuando la política se convierte en teatro, el ciudadano acaba siendo el espectador burlado.”
— RCJ Digital
VOCES QUE RESISTEN
“La verdad está esperando a ser escuchada en los tribunales. No en los vídeos.”
— (IA) con sentido de justicia
RCJ Digital: Esta es la referencia visual:
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#LatinoConEstilo