Albania vota Europa: entre la euforia socialista y las sombras democráticas
“La política no es un arte de la perfección, sino de lo posible.” — Otto von Bismarck
En la vibrante plaza Skanderbeg de Tirana, el miércoles se convirtió en un día de celebración para el primer ministro albanés, Edi Rama. Rodeado de miles de seguidores ondeando banderas rojas y azules —de Albania y de la Unión Europea—, proclamó una promesa ambiciosa: Albania será miembro de la UE en 2030. Con los ecos aún frescos de su victoria electoral del 11 de mayo, donde su Partido Socialista obtuvo 83 de los 140 escaños del Parlamento, Rama habló con seguridad de un futuro europeo inevitable. Pero la plaza que aplaudía también era una metáfora de un país partido en dos mitades.
La fuente oficial de esta historia es Llazar Semini, de Associated Press, quien reportó desde el corazón político de Albania lo que podría ser un punto de inflexión continental. La victoria socialista fue clara, con solo los votos de la diáspora aún pendientes de contar, y una participación general que rondó el 42,16%, 4 puntos menos que hace cuatro años. Por primera vez, albaneses residentes fuera del país pudieron votar por correo: cerca de 195.000 lo hicieron.
Consciente del escepticismo que despierta su promesa, Rama se presentó como el garante del esfuerzo colectivo para lograr la ansiada integración europea. “Albania solo puede lograr la membresía de la UE para 2030 a través de nuestro esfuerzo colectivo, liderado por mí y el Partido Socialista”, declaró en tono solemne. Su contrincante histórico, Sali Berisha, y su Partido Democrático, apenas alcanzaron 50 escaños. El resto quedó dividido entre formaciones menores, reflejo de un tablero político tan fragmentado como su sociedad.
Sin embargo, no todo es celebración. Los demócratas de Berisha han denunciado irregularidades electorales sin pruebas, especialmente con las papeletas de la diáspora. Han anunciado que no reconocerán los resultados. El viernes, coincidiendo con la cumbre de la Comunidad Política Europea, han convocado una protesta que promete tensar aún más el clima político. Las acusaciones de compra de votos, el uso de recursos públicos por parte del gobierno y la cobertura mediática desequilibrada fueron señaladas por una misión conjunta de observadores internacionales, entre ellos el Parlamento Europeo.
La Unión Europea, por su parte, elogió el proceso electoral como “tranquilo y bien organizado”, aunque admitió “algunas deficiencias”. El respaldo institucional europeo parece firme, aunque las condiciones para una adhesión real aún exigen reformas estructurales que podrían hacer de la promesa de Rama un sueño o una deuda política.
VOCES QUE RESISTEN
“El entusiasmo no puede sustituir al Estado de derecho”, recuerda una voz crítica en Tirana. La celebración del poder es legítima, pero su control también lo es. ¿Puede una mayoría aplastante gobernar sin caer en el abuso de poder? ¿Y puede una oposición derrotada criticar sin pruebas? Albania mira a Europa, pero Europa también la observa.
RCJ
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