Más Allá del Petróleo: La Naturaleza Tiene la Palabra
Un fallo histórico en la Corte Interamericana reconoce los derechos de pueblos indígenas aislados en Ecuador, y pone límites a la codicia petrolera. La selva habla… y la justicia comienza a escuchar.
“La tierra no pertenece al hombre, es el hombre quien pertenece a la tierra.”
– Proverbio indígena norteamericano
En un hito jurídico que resonará más allá de las fronteras de Ecuador, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha emitido una sentencia sin precedentes. Ha fallado a favor de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario tagaeri y taromenane, reconociendo la responsabilidad internacional del Estado por vulnerar su derecho fundamental a la vida en el contexto de operaciones extractivas en la Zona Intangible Tagaeri-Taromenane (ZITT).
Esta decisión ordena medidas de reparación, incluida la posible ampliación de la ZITT, lo cual representa una severa advertencia para las empresas petroleras. Sus días de impunidad parecen haber quedado atrás. Una ciudadanía activa, protestas pacíficas y demandas judiciales van conformando un nuevo paisaje de resistencia legal y ecológica.
“El derecho es una herramienta poderosa cuando encuentra a un pueblo dispuesto a defenderlo.”
– Eduardo Galeano
Este fallo no surge en el vacío. En 2023, el 59% del electorado ecuatoriano votó en referéndum por detener la explotación del Bloque 43 en el Parque Nacional Yasuní. La voluntad popular exige el desmantelamiento de plataformas y pozos que violaban los principios fundamentales de la Constitución ecuatoriana, cuyo primer artículo proclama: “La soberanía radica en el pueblo, cuya voluntad es el fundamento de la autoridad.”
Pero el petróleo sigue ardiendo en las entrañas de la selva. Las imágenes satelitales revelaron la instalación de plataformas, vías y campamentos. Ahora, todo debe ser retirado, no solo como gesto técnico, sino como acto simbólico de respeto a la vida, la biodiversidad y el derecho colectivo de los pueblos indígenas.
Paralelamente, avanza el llamado Caso Mecheros, impulsado por nueve niñas amazónicas. Denuncian el impacto carcinogénico de los mecheros —chimeneas en combustión constante que queman el gas residual de la extracción petrolera—, señalando sus efectos sobre la salud, el agua, el suelo y los cuerpos. Una sentencia favorable en segunda instancia ha sido ignorada por el Estado, y el caso podría escalar nuevamente a la Corte Interamericana.
“Proteger la naturaleza es protegernos a nosotros mismos, porque no hay salud sin planeta sano.”
– Greta Thunberg
Mientras las multinacionales tiemblan ante el peso de la ley internacional, la ciudadanía celebra. El gas desperdiciado podría abastecer al país y ahorrar más de 300 millones de dólares anuales. La justicia, una vez más, se convierte en el terreno fértil donde brotan las posibilidades de un futuro distinto.
VOCES QUE RESISTEN
“No estamos defendiendo solo la selva, estamos defendiendo una manera de existir sin violencia sobre la tierra”, dicen las mujeres amazónicas. Y quizás esa sea la verdadera revolución: no hacer ruido, sino sembrar conciencia. El petróleo grita, pero el bosque también sabe hablar. Y la justicia, por fin, comienza a escuchar.
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Fuente: The Conversation en Español