Capturan a mujer vinculada al atentado contra Miguel Uribe Turbay en Colombia
Una trama enmarañada entre sicarios adolescentes, autores intelectuales y ecos de violencia electoral
Las autoridades colombianas capturaron este sábado 14 de junio en el departamento amazónico de Caquetá a una mujer sospechosa de participar en el atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay. El político, de 39 años, recibió tres disparos —dos en la cabeza— durante un acto de campaña en Bogotá, y permanece hospitalizado en estado crítico.
Según información de la Policía, la detenida habría tenido nexos logísticos con los atacantes. Su traslado a Bogotá se producirá en las próximas horas para ser vinculada formalmente a la investigación, que ya cuenta con otros dos detenidos: un menor de 15 años señalado como autor material, y un cómplice adulto involucrado en la planificación del crimen.
Una ejecución por encargo y la pista del dinero
El joven presunto sicario, capturado días atrás, se declaró inocente durante una audiencia el martes. Sin embargo, un informe de la revista Semana reveló que confesó haber recibido una oferta de 20 millones de pesos colombianos (unos 4.800 dólares) por asesinar al senador del partido Centro Democrático.
La hipótesis del crimen por encargo toma fuerza. La unidad investigativa de El Tiempo reveló que uno de los implicados señaló como autor intelectual a un criminal que opera desde Ecuador, donde dirige una red de narcotráfico con presencia en barrios marginales de Bogotá.
El estado del senador y la reacción oficial
Mientras tanto, Miguel Uribe Turbay continúa ingresado en cuidados intensivos con “pronóstico reservado”. El miércoles mostró leves signos de mejoría. El presidente colombiano, Gustavo Petro, declaró que su recuperación no puede explicarse “por la ciencia”, aludiendo a una sorprendente resistencia vital: “Debería estar muerto... y lo que está pasando es que se está recuperando”.
Tras el atentado, el Centro Democrático suspendió temporalmente todos los actos públicos de campaña. La Fiscalía continúa las investigaciones en medio de la presión mediática y la conmoción nacional. El gobierno ha solicitado colaboración a organismos de inteligencia estadounidenses para esclarecer el caso.
Disidencias de las FARC niegan participación
En paralelo, las disidencias de las antiguas FARC —a las que algunos sectores oficiales señalaron como posibles responsables— emitieron un comunicado deslindándose del ataque. En el mensaje, publicado en su sitio web con fecha 10 de junio, afirmaron: “Las unidades de las FARC-EP no planificamos, ordenamos o ejecutamos ninguna acción contra el político en cuestión”.
El grupo añadió una frase lapidaria: “A un año de nuevas elecciones en Colombia, seguirán como bestias matándose entre ellos mismos para ver quién queda para la presidencial”. La declaración ha sido interpretada como un intento de distanciarse de un crimen que ha generado repudio generalizado incluso entre sectores históricamente críticos del senador Uribe Turbay.
Una espiral de violencia preelectoral
Tres días después del intento de asesinato, Colombia vivió una oleada de atentados simultáneos en los departamentos del Cauca y Valle del Cauca, atribuidos a las facciones lideradas por alias ‘Iván Mordisco’, comandante del Estado Mayor Central (EMC), el brazo más potente de las disidencias. El saldo fue de al menos ocho muertos y decenas de heridos.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, no descartó vínculos entre dichos atentados y el ataque al senador. “Podrían estar conectados como parte de una estrategia para desestabilizar el proceso electoral”, afirmó en rueda de prensa, mientras crece la inquietud entre analistas y observadores internacionales.
VOCES QUE RESISTEN
“Una bala jamás silenciará una idea. Pero una nación que calla ante la violencia, sí puede enterrar su democracia.”
Lo que ocurre hoy en Colombia va más allá de un intento de magnicidio. Es una advertencia que pone en jaque la legitimidad del proceso electoral. No se trata solo de capturar ejecutores: se trata de desenmascarar las redes del miedo. Cuando un adolescente empuña un arma a cambio de un puñado de billetes, es toda la sociedad la que debe preguntarse: ¿quién lo empujó hasta allí?
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