CONTAR LA NOTICIA DE OTRA MANERA
“No Kings” (“Sin reyes”): Multitudinarias protestas sacuden EE.UU.
“Todo lo que la tiranía necesita para afianzarse es que las personas de buena conciencia permanezcan en silencio.”
— Frase atribuida a Thomas Jefferson
Las plazas volvieron a llenarse, los tambores resonaron desde Arkansas hasta California y las calles, esas arterias por donde late la democracia, se vieron ocupadas por miles de voces alzadas con una consigna en común: No Kings.
En el 250 aniversario del Ejército estadounidense —coincidente con el cumpleaños del presidente Trump— el país no celebraba tanto al poder como lo desafiaba. El asfalto de Filadelfia, Charlotte, Los Ángeles y hasta Tallahassee vibró al ritmo de cánticos, pancartas y declaraciones de rebeldía cívica. El movimiento 50501 (50 estados, 50 protestas, un solo grito) había comenzado.
Atlanta, Filadelfia, Los Ángeles: el clamor de los libres
En Atlanta, el mitin “No Kings” desbordó su capacidad de 5.000 personas y cientos más se agolparon fuera del Capitolio estatal. En Filadelfia, Love Park se transformó en un mar de banderitas y letreros: “Deporta a los mini-Mussolinis”, “Lucha contra la oligarquía”, “El hielo equivocado se está derritiendo”.
Mientras tanto, en Carolina del Norte, la multitud marchaba tras una pancarta con las palabras “No Kings”, y en Los Ángeles, los tambores resonaban frente al Ayuntamiento, como si la historia necesitara recordar que el pueblo sigue siendo soberano.
Los ecos del poder: Guardia Nacional en pie, gobernadores en tensión
La respuesta institucional fue inmediata. Los gobernadores republicanos de Virginia, Texas, Nebraska y Missouri movilizaron tropas de la Guardia Nacional. En Virginia, Glenn Youngkin prometía “tolerancia cero”, y desde Missouri, Mike Kehoe advertía que “no esperarán al caos”.
En el otro lado del espectro, la gobernadora de Arizona, Katie Hobbs, pedía calma. Y desde el estado de Washington, el demócrata Bob Ferguson alertaba: “Trump quiere demostrar que no podemos manejar nuestra seguridad sin él. No le demos ese pretexto”.
Mar-a-Lago como destino, y la historia como advertencia
En Florida, el escenario no podía ser más simbólico: los manifestantes planeaban marchar hasta Mar-a-Lago, residencia de Trump. El gobernador Ron DeSantis trazaba líneas rojas: “Hay una diferencia clara entre protesta y violencia. No la crucen”.
El recuerdo de las redadas migratorias recientes, la militarización de Los Ángeles y el temor a un gobierno que aspira a gobernar por decreto alimentaron el alma de la protesta. La enfermera Karen Van Trieste lo resumió con una frase: “Siento que necesitamos defender nuestra democracia”.
Una bandera, muchas voces
Algunos agitaban pequeñas banderas, otros las llevaban gigantes, mientras una mujer con la corona de la Estatua de la Libertad lideraba cánticos con ritmo de Y.M.C.A., modificada para señalar al “estafador”.
La diversidad de mensajes en las pancartas revelaba el pulso de una nación inquieta: desde el futuro de los CDC hasta los derechos de los inmigrantes, desde el control del poder hasta el miedo a perder la voz.
Washington D.C. —curiosamente— no fue escenario de protesta. Allí, esa noche, sólo desfilaría el poder militar.
Minnesota: el miedo también protesta
En Minnesota, las manifestaciones quedaron empañadas por la violencia: ataques armados contra legisladores demócratas pusieron en vilo a los organizadores. El gobernador Tim Walz pidió cancelar todo mitin hasta capturar al sospechoso. Incluso la protesta necesita respirar sin miedo.
Voces que resisten
“Lo que empezó como un desfile de poder terminó siendo una marcha de conciencia.” RCJ Digital
La historia americana —esa que se escribió sobre rebelión y libertad— hoy vuelve a escuchar gritos que exigen democracia, no dictados. Ya no basta con votar. Hay que salir, decir, mostrar, marchar. Porque lo contrario a la tiranía no es el silencio: es el coraje.
Fuente: Associated Press (AP)