Cuando las estrellas colisionan: La ruptura pública entre Trump y Musk
Crónica de una amistad millonaria que terminó entre amenazas, sarcasmos y caída en bolsa
“El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente.” – Lord Acton
Todo comenzó como un espectáculo. Y todo terminó como un espectáculo. La alianza entre el presidente Donald Trump y el magnate Elon Musk se desmoronó con la misma intensidad con la que fue forjada: en público, con posts cruzados en sus respectivas redes sociales, en medio de acusaciones, ironías y amenazas veladas que afectaron incluso la bolsa de valores.
En la misma semana en la que habían aparecido juntos en la Casa Blanca, Trump cambió de tono y se mostró “muy decepcionado con Elon” durante una reunión oficial. La respuesta del dueño de Tesla y SpaceX fue tan inmediata como contundente: “Adelante, haz mi día”, escribió en X, tras la amenaza de Trump de cortar subsidios y contratos gubernamentales a sus empresas.
“El dinero no cambia a las personas. Solo revela quiénes son en realidad.” – Henry Ford
El final de un idilio político-económico
La relación entre ambos había sido intensa. Musk no solo respaldó financieramente a Trump con al menos 250 millones de dólares, sino que también se convirtió en una figura frecuente en actos oficiales, viajando con él en el Air Force One, asistiendo a reuniones de gabinete y hasta durmiendo en la Casa Blanca. Pero la cercanía comenzó a quebrarse cuando el multimillonario criticó el nuevo “Proyecto de Ley Hermoso” de Trump, calificándolo de “abominación repugnante”.
Musk, que alguna vez saltó detrás del presidente en un mitin como una estrella de rock política, ahora le recordaba en redes: “Sin mí, Trump habría perdido la elección”. Y Trump, visiblemente afectado, respondió con sarcasmo sobre el maquillaje que necesitaba Musk por un supuesto golpe de su hijo: “Lo cual es interesante”, añadió con sorna.
El choque tuvo un efecto inmediato: las acciones de Tesla cayeron un 9%. El mercado reaccionó no solo a la volatilidad de la relación, sino al tono personal de las amenazas, impropias de una alianza que parecía indestructible. El presidente, además, descartó la propuesta de Musk de nombrar a Jared Isaacman como jefe de la NASA, calificándolo de “demócrata total”.
Una guerra a golpe de post
Mientras Trump hablaba en la Oficina Oval, Musk respondía desde X con capturas antiguas de publicaciones del presidente criticando el gasto público. “¿Dónde está el hombre que escribió estas palabras?”, preguntó. La ruptura había trascendido lo político: era personal, simbólica, un juego de poder entre dos egos gigantescos que no toleran la ingratitud.
Trump se refirió a un “síndrome de trastorno de Trump”, aludiendo a quienes salen de su administración y se vuelven críticos. Musk, mientras tanto, denunciaba que el polémico proyecto de ley fue aprobado “en la oscuridad de la noche”, sin que él mismo pudiera revisarlo. “¡Este proyecto nunca se me mostró ni una sola vez!”, reclamó.
“Un verdadero amigo te apuñala de frente.” – Oscar Wilde
RCJ Digital
La historia reciente de Trump y Musk es mucho más que una pelea entre titanes. Es una advertencia sobre el poder cuando se ejerce sin límites, y sobre las amistades que nacen del interés y mueren en el espectáculo. Ambos supieron manipular la narrativa, pero terminaron víctimas de su propio juego de egos. En el mundo de las alianzas políticas, lo que hoy es un palco, mañana puede ser un cadalso.
VOCES QUE RESISTEN
“A los poderosos no se les teme: se les vigila.” – Anónimo
La ciudadanía crítica observa con estupor cómo se descompone una alianza tejida con dinero, vanidad y conveniencia. ¿Hasta qué punto pueden el Estado y el capital entrelazarse sin que peligren la transparencia y la ética? ¿Dónde queda el interés público en medio de estas vendettas millonarias?