— Giuseppe Dossetti, sacerdote y político italiano
Murió el Papa. El líder espiritual de más de 1.200 millones de católicos dejó su último suspiro el lunes 21 de abril de 2025, a las 7:35 de la mañana, en la Casa Santa Marta del Vaticano. Jorge Mario Bergoglio, el jesuita argentino que desafió al conservadurismo e hizo temblar a la curia romana con su estilo humilde y directo, ya descansa. Pero la Iglesia no. La Iglesia —como cuerpo político y espiritual— se mueve incluso en la muerte.
Y la pregunta, inevitable, cae como un eco en la plaza de San Pedro: ¿qué viene ahora?
El interregno: entre el duelo y el poder
Según el protocolo vaticano, tras la muerte de un Papa comienza el periodo conocido como sede vacante. El gobierno de la Iglesia pasa a manos del Camarlengo, en este caso el cardenal Kevin Farrell, quien ya confirmó el deceso de Francisco. Su función no es simbólica: Farrell asume el control administrativo del Vaticano, sella los aposentos del pontífice fallecido y organiza los preparativos para el funeral y el cónclave.
El funeral del Papa Francisco se espera en los próximos días, y tendrá lugar en la Basílica de San Pedro, como manda la tradición. Se espera la llegada de jefes de Estado, líderes religiosos, pueblos originarios, migrantes, artistas y fieles que vieron en Francisco a un papa diferente, acaso el más humano desde Juan XXIII.
“La muerte es solo un cambio de misión para los hombres justos.”— San Agustín
El cónclave: el humo que decide la historia
Tras el funeral, se convocará a los cardenales electores, todos aquellos menores de 80 años. En este momento hay cerca de 120 cardenales con derecho a voto. Se reunirán en la Capilla Sixtina, en completo aislamiento, y votarán una y otra vez hasta alcanzar el consenso de dos tercios.
Cuando eso ocurra, el mundo verá la fumata blanca. Y entonces, un nuevo Papa saldrá al balcón de San Pedro con las palabras que estremecen la historia: Habemus Papam.
Algunos nombres ya resuenan en los pasillos: el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, el africano Peter Turkson, o el italiano Matteo Zuppi. Pero como siempre, en el Vaticano, lo que suena con fuerza suele quedarse en humo negro.
¿Un papado más conservador?
La gran incógnita es si la Iglesia elegirá continuar el legado aperturista de Francisco —más mujeres en puestos clave, diálogo con el islam, apoyo a la comunidad LGBTQ+— o si optará por un giro conservador, en respuesta a los sectores que nunca aceptaron del todo su pontificado.
La batalla no será teológica, sino cultural. Y no se jugará solo en Roma, sino en cada parroquia donde un sacerdote tenga que responder si el nuevo Papa bendecirá o prohibirá.
“Toda reforma encuentra enemigos entre quienes se benefician del viejo orden y tibios entre quienes se beneficiarían del nuevo.”— Maquiavelo
VOCES QUE RESISTEN
RCJ