Pablo Monge
LA PENUMBRA MODERNA: EL APAGÓN QUE DESNUDÓ NUESTRAS VULNERABILIDADES
“Un país se revela en su oscuridad mucho más que en su luz”, escribió una vez Albert Camus. Y el pasado 28 de abril de 2025, España, Portugal y el sur de Francia vivieron esa oscuridad de manera literal y metafórica.
Millones de personas quedaron paralizadas durante horas, atrapadas en metros detenidos, hospitales con generadores sobrecargados, calles colapsadas sin semáforos, y hogares desconectados. Fue el mayor apagón en la historia reciente de la Península Ibérica, un corte de electricidad que dejó sin aliento no solo a los ciudadanos, sino también a la política energética del Gobierno.
EL DESCONCIERTO DE LA POLÍTICA: SIN LUZ, SIN RESPUESTAS
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, compareció ante el Congreso el 7 de mayo sin una respuesta definitiva. Admitió con franqueza que "los técnicos aún no saben qué ha pasado" y que las investigaciones podrían prolongarse durante semanas. A pesar de la falta de certezas, defendió el modelo basado en energías renovables frente a lo que denominó una "gigantesca manipulación" de quienes intentan vincular el apagón con la transición ecológica impulsada por su gobierno.
El debate parlamentario giró más en torno a ideologías que a datos. Mientras tanto, la ministra Sara Aagesen, al frente de la Transición Ecológica, lidera las investigaciones técnicas.
HIPÓTESIS QUE NO ILUMINAN
La causa del colapso eléctrico continúa sin esclarecerse. Se barajan al menos tres teorías principales:
- Fenómeno atmosférico: REN, operador portugués, sugirió oscilaciones en la red por condiciones climáticas, aunque la AEMET española no reportó eventos inusuales ese día daban cuenta algunos medios de counicciòn.
- Fallo técnico: Posible error en la sincronización de sistemas eléctricos.
- Ciberataque: Sin confirmación oficial, pero bajo análisis por agencias de seguridad.
Todo sigue abierto. Demasiado abierto para una ciudadanía que exige certezas en un momento de creciente inseguridad energética.
IMPACTO: LAS CIFRAS DEL SILENCIO
El apagón dejó al menos siete fallecidos, según registros médicos y policiales. Entre ellos, pacientes que dependían de respiradores eléctricos y personas afectadas por incendios domésticos causados por velas o fallos en generadores de acuerdo al Parlamento Europeo.
Los transportes se detuvieron en seco. El metro en Madrid, Lisboa y Marsella quedó varado; los trenes de alta velocidad suspendidos. Las telecomunicaciones fallaron, las centrales de llamadas de emergencia se colapsaron. Y lo que más impactó: la sensación de vivir en una sociedad tecnológicamente avanzada, pero dependiente de un hilo invisible y frágil.
El incidente ha provocado un debate candente sobre la seguridad del modelo energético español y ha reavivado propuestas para reforzar las redes, diversificar fuentes, e incluso reconsiderar la energía nuclear como respaldo estructural.
VOCES QUE RESISTEN
“No se trata de culpar a la energía verde, sino de asumir que toda transición debe prever sus sombras”,
reflexiona el ingeniero energético Jordi Esteva en declaraciones a Diario de Mallorca. Para él, lo ocurrido demuestra que la revolución energética es imparable, pero no invulnerable.
El poeta Luis García Montero escribió que “la oscuridad también tiene voz, aunque no sepamos escucharla”. Hoy, esa voz resuena en los hogares apagados, en los sistemas colapsados y en la conciencia de un país que —en pleno siglo XXI— supo lo que era volver a la penumbra.
RCJ