
Mario Benedetti – Poesía y Compromiso
FRASES CÉLEBRES CON HISTORIA
📅 27 de junio de 2025
Mario Benedetti: El amor cuando resiste
“Cinco minutos bastan para soñar toda una vida” – y resistir la distancia
La frase que se escondía entre las cartas
“Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo.” – Mario Benedetti
El sueño que llegó con un sobre cerrado
En la pensión de la calle Ayala, en Madrid, había una puerta verde con un número despintado: el 3B. Allí vivía Tomás, exiliado uruguayo, profesor de literatura, y lector silencioso de un amor que nunca murió.
Una tarde de junio de 1987, al regresar de su clase en la Universidad Complutense, Tomás encontró un sobre bajo la puerta. Reconoció la letra de inmediato: era de Lucía, la mujer que había dejado en Montevideo quince años atrás.
—No puede ser... —susurró, mientras las manos le temblaban como si sostuvieran un recuerdo.
La carta era corta. Pero había una frase subrayada, escrita con tinta azul y corazón apretado:
“Mario Benedetti dice que cinco minutos bastan para soñar toda una vida. Yo sueño contigo desde 1973. ¿Tú también?”
Los días que no se olvidan aunque se callen
Tomás se sentó en el borde de la cama. Pensó en la noche en que se fue, en medio del miedo, con un libro de Benedetti en el bolsillo y sin poder despedirse. Lucía lo había abrazado por última vez en la calle Colón, sin saber que sería el adiós definitivo.
—¿Cómo se vive sabiendo que alguien allá sigue soñando contigo? —se preguntó—. ¿Y cómo se duerme con ese sueño latiendo lejos?
Abrió su armario. En una caja de madera, guardaba todas las cartas que nunca envió. Más de treinta. Todas para Lucía. Todas con palabras que nunca se atrevió a decir.
—Si Benedetti tiene razón —murmuró—, yo llevo soñando cuarenta vidas contigo.
El reencuentro que desafió al tiempo
En agosto de ese mismo año, Tomás voló a Montevideo. Volvió a caminar las calles con pasos de sombra. Preguntó por Lucía en la librería donde ella trabajaba. Y allí estaba. Con las mismas gafas, la misma bufanda roja y la misma mirada que él no había olvidado.
—¿Tomás? —dijo ella, dejando caer un libro al suelo.
—Quince años son muchos para no decir nada —respondió él.
Lucía temblaba. Se acercó. Lo tocó como si no creyera que era real. Y luego le dijo:
—¿Recibiste mi carta?
—La recibí. Y traje la respuesta.
Sacó de su maleta una hoja amarillenta, escrita a mano. Una sola frase:
“Soñé contigo cada vez que cerré los ojos. El tiempo no pasó, solo esperó.”
El poema bajo la almohada
Hoy, treinta años después, Tomás y Lucía siguen juntos. Cada aniversario, se escriben cartas aunque vivan en la misma casa. Las dejan en la almohada, como en los viejos tiempos. En la última, Lucía escribió:
—Hoy, Benedetti me dijo otra cosa: que los sueños no mueren si alguien los recuerda.
Tomás la miró y le susurró:
—Y yo me pasé la vida soñando contigo.