✨ Dale play
#LatinoConEstilo
"Donde hay una injusticia, hay una llama que nunca se apaga: la conciencia colectiva." — RCJ
La historia reciente de Europa sumó este fin de semana un nuevo capítulo de movilización cívica. Las calles de La Haya se tiñeron de rojo, no por violencia ni fuego, sino por las más de 100.000 personas que marcharon pacíficamente exigiendo el fin de la ofensiva israelí en Gaza.
Fue una escena tan poderosa como simbólica: ancianos con bastones, madres con bebés dormidos en portabebés, jóvenes con megáfonos, activistas con pancartas que sólo decían "STOP". Era más que una manifestación: era una advertencia moral, un rugido silencioso frente a la sordera política.
El recorrido fue meticulosamente planeado. Pasó por delante del Palacio de la Paz, sede del Tribunal Internacional de Justicia, ese mismo tribunal que en 2023 instó a Israel a impedir actos de genocidio. Sin embargo, mientras las bombas siguen cayendo sobre Gaza, muchas voces sostienen que las palabras de la Corte quedaron atrapadas en el mármol institucional.
Entre los organizadores se encontraban Amnistía Internacional, Save the Children y Médicos Sin Fronteras, quienes coincidieron en que esta fue la mayor protesta neerlandesa en dos décadas. La profesora Roos Lingbeek lo resumió con claridad: “Esperamos que esto sea una llamada de atención para el Gobierno”.
No fue sólo un grito humanitario, sino también un reclamo político. Según Euronews (Español), los manifestantes trazaron un circuito de 5 kilómetros que representaba una línea roja simbólica: la que el Gobierno neerlandés se niega a trazar frente a los crímenes que —según diversas organizaciones— Israel comete impunemente en Gaza.
Marjon Rozema, de Amnistía Internacional, fue tajante: “Pedimos que se detenga el apoyo político, económico y militar a Israel mientras bloquee ayuda y viole derechos humanos de forma sistemática”. Pero la política interna complica el panorama. El líder ultraderechista Geert Wilders, de posturas abiertamente proisraelíes y con mayoría parlamentaria, desestimó la marcha como "apoyo a Hamás". Un mensaje que contrasta con el llamado del ministro de Exteriores Caspar Veldkamp a revisar acuerdos comerciales con Israel por considerar que su bloqueo humanitario vulnera el derecho internacional.
Las tensiones en Países Bajos reflejan el pulso global entre la ética y la diplomacia, entre la protesta ciudadana y el cálculo político. La marcha en La Haya no sólo fue una denuncia; fue un espejo. Y lo que refleja es incómodo, para Europa y para el mundo.
VOCES QUE RESISTEN
- “No se trata de ser pro o anti-Israel. Se trata de ser humanos” — manifestante anónimo.
- “La neutralidad frente a la injusticia favorece al opresor” — Desmond Tutu (cita rescatada por un cartel en la marcha).
- “No quiero que mi hija crezca creyendo que callar es una opción” — Roos Lingbeek.
No hay comentarios:
Publicar un comentario