Miércoles 23 de julio de 2025 – Emma Goldman
(Una historia inspirada en las ideas de Emma Goldman. Personajes ficticios, verdades reales que aún nos duelen y nos sostienen.)
La frase que incendió la obediencia
“Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa.” – Emma Goldman
La memoria no se rinde
El día que Clara entró por primera vez al viejo centro social del barrio, no esperaba encontrarse con una mujer que hablaba como si en su garganta aún viviera una revolución sin fecha de caducidad. Adela era su nombre. Pelo blanco, uñas con restos de esmalte rojo, y una sonrisa que dolía de tan digna.
La joven había oído hablar de luchas pasadas, pero las creía ajenas, casi mitológicas. Hasta que una frase, colgada en un cartel ajado al fondo del salón, le cambió la piel: “Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa.”
—¿De quién es eso? —preguntó, sin disimular la fascinación.
Adela soltó una carcajada suave, como quien ve brotar una semilla—. De Emma Goldman. Anarquista. Rusa. Fuego puro. Te la contaré si me invitas un café sin azúcar.
La historia (o cómo Clara entendió lo que nadie le enseñó en la escuela)
Ese día llovía como lloran los viejos archivos del Estado. Adela sacó una fotografía descolorida de una caja metálica y comenzó el relato:
—Emma nació en 1869 en Lituania, cuando aún era parte del Imperio Ruso. Hija de una familia judía, vio el desprecio en los ojos del poder desde niña. Se fue a Estados Unidos y allá se convirtió en la voz de los que no tenían ni voz ni pan. Fue perseguida, encarcelada, deportada. Pero jamás callada. Escribía, hablaba, marchaba. Amaba la libertad como otros aman la vida cómoda.
—¿Y por qué esa frase sobre bailar? —insistió Clara.
—Porque alguien una vez le dijo que su entusiasmo, sus risas, sus danzas eran superficiales para una luchadora. Y ella respondió eso. Que la revolución sin gozo, sin cuerpo, sin alma... no es revolución. Que si te prohíben la alegría, también te están prohibiendo la libertad.
—Entonces, ¿ella luchaba y bailaba?
—Sí. Porque entendía que resistir también era celebrar la vida a pesar del miedo. Y que bailar era también una forma de decir “no me has vencido”.
El diálogo: fuego en la memoria
—No entiendo, Adela. ¿Cómo podían ustedes cantar mientras les caía encima la represión?
—Porque si no cantábamos, Clara, nos moríamos por dentro. El silencio era más cárcel que la celda. Y bailar... bailar era decirle al mundo que aún teníamos cuerpo.
—¿Y no sentías miedo?
—Claro que lo sentía. Sentía miedo cada vez que veía una bota acercarse, cada vez que el teléfono sonaba sin que nadie hablara. Pero también sentía otra cosa.
—¿Qué cosa?
—Rabia. Y esperanza. Las dos al mismo tiempo, como si me ardiera el pecho y, a la vez, me crecieran alas.
—¿Y qué tiene que ver todo eso con Emma Goldman?
—Todo, Clara. Todo. Cuando nos quitaron los libros, ella nos dejó ideas. Cuando nos cerraron los teatros, ella nos dejó bailes. Cuando nos arrancaron la voz, nos dejó su grito.
—¿Y tú crees que bailar puede cambiar algo?
—Te lo digo de otra forma:
—Una vez, en la cárcel, una de las compañeras empezó a mover los pies mientras nos contaban las condenas. El guardia la miró con desprecio, pero no dijo nada. Al día siguiente, éramos cinco bailando. Al otro día, éramos veinte. ¿Sabes lo que pasó, Clara?
—¿Qué pasó?
—Nos encerraron en celdas más pequeñas. Pero ya nadie podía impedirnos sentirnos vivas. El baile era nuestra rebelión.
Clara la miró como si estuviera viendo una película en blanco y negro proyectarse en los ojos de Adela. Lloró. No de tristeza, sino de ternura y rabia acumulada. De belleza. De historia.
—Quiero bailar, Adela. Quiero bailar para que me escuchen. Para que tiemble la tierra. Para que no se olviden de ustedes.
—Entonces hazlo, Clara. Pero recuerda: que tu baile no sea solo gesto. Que tenga memoria. Que sea peligroso. Que arda.
¿Quién fue Emma Goldman?
Emma Goldman – Rebeldía y libertad
Emma Goldman (1869–1940) fue una escritora, activista política y anarquista nacida en Kaunas, Lituania (entonces parte del Imperio ruso). Emigró a Estados Unidos en 1885, donde se convirtió en una de las voces más influyentes del anarquismo y el feminismo radical. Fue conocida como “la mujer más peligrosa de América” por su defensa de la libertad de expresión, los derechos de las mujeres, el amor libre, la anticoncepción y la resistencia al militarismo.
Fundó la revista Mother Earthen 1906 y fue encarcelada varias veces por sus discursos incendiarios y su oposición al servicio militar obligatorio. En 1919 fue deportada a la Unión Soviética, pero pronto denunció la represión bolchevique en su libro Mi desilusión con Rusia. Vivió en Europa y Canadá, y apoyó activamente la Revolución Española, escribiendo sobre Buenaventura Durruti y colaborando con anarcosindicalistas.
Entre sus obras más destacadas están Anarquismo y otros ensayos (1910), Mi desilusión con Rusia (1923) y su autobiografía Viviendo mi vida (1931). Su legado sigue vivo como símbolo de rebeldía, pensamiento crítico y lucha por la emancipación.
Este fragmento de Anarquismo y otros ensayos resume su visión sobre la libertad y la transformación social:
“La libertad no descenderá al pueblo, el pueblo debe ascender por sí mismo a la libertad.”
— Emma Goldman, Anarquismo y otros ensayos
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