El reloj de los pobres
“Time and tide wait for no man.” – Geoffrey Chaucer
La frase que siembra embrujo
(El tiempo y la marea no esperan por nadie)
(Esta es una historia ficticia inspirada en una noche tenebrosa de lluvia, donde el tiempo susurra secretos antiguos y las palabras escritas intentan vencer al olvido.)
—Rays... anoche lo vi —susurró Marigold, secándose las manos en el delantal, con la voz trémula—. Estaba en el callejón de la posada, bajo la lluvia. Murmuraba en un inglés tan viejo que parecía un canto herido.
—¿El vagabundo de la esquina? ¿El que siempre escribe en los manteles usados del mercado? —preguntó Rays, apoyándose en la repisa mientras miraba cómo el agua resbalaba por los cristales—. Lo llaman Geoff... Geoff el Trapeador.
—Pero no es un cualquiera. Tiene algo. Lo vi levantar la cabeza y decir: “Time and tide wait for no man”. Me miró con unas cuencas sin ojos... y juro que vi letras flotando en ellas, como si fuesen peces atrapados en una red de tinta.
—¿Y qué hiciste? —Rays hablaba bajo, como si el susurro lo protegiera del embrujo.
—Corrí a casa. Pero no a esconderme... sino a escribir. No sé qué me pasó, Rays. Las palabras me brotaban. Era como si me dictaran desde el fondo del tiempo.
Rays la miró fijo. Y entonces lo entendió todo.
—Marigold… ¿y si fue Chaucer? No el hombre, sino su eco. ¿Y si esa frase no es solo una advertencia? ¿Y si es una llave para los que aún tienen algo que contar?
Ella asintió despacio, sin apartar la mirada del rincón donde había aparecido el viejo. Esa noche, sin poder dormir, revolvió los trastos de la vieja biblioteca del convento. Entre el polvo y las telarañas encontró un cuaderno con manchas de humedad, fechado en 1387. Firmado por un tal G.C.
—Hablaba de viajeros, de confesiones dichas en voz baja al caer la noche. Era como leer lo que mi abuela me contaba de niña: las pestes, los bailes prohibidos, los amores en los callejones —le contó a Rays con los ojos aún encendidos.
Esa madrugada, Marigold escribió como si tuviera siglos de silencio entre las manos. Al amanecer, tenía los dedos manchados de tinta... y el alma al borde de un poema.
—Ahora lo sé, Rays —le dijo ella cuando el sol empezó a colarse entre las tejas—. El tiempo no perdona, pero las palabras... las palabras sí resisten.
Y Rays respondió en voz baja, casi temiendo quebrar el hechizo: —Entonces, Marigold, escribe. Escribe antes de que suba la marea.
Diálogo ficcional entre moradores del barrio de Chaucer
—Lo escuché anoche, Marigold. Otra vez... la voz en el callejón —susurró Tom mientras cerraba la puerta con lentitud—. Era como un canto roto, antiguo. Decía palabras que no entendí, pero me erizaron el alma.
—¿Te refieres al anciano de la esquina? ¿El que escribe en servilletas y habla solo? —preguntó ella mientras limpiaba con trapo seco el escaparate lleno de tazas con frases medievales—. Dicen que se llama Geoff. Geoff el Trapeador.
—Dicen que alguna vez escribió historias para viajeros. Que usaba el idioma del pueblo, no de los señores. Que hablaba con prostitutas y reyes con la misma pluma.
—¿Crees que fue él? —preguntó ella, ahora temblando.
—No lo creo. Lo sé. Ayer por la noche, cuando la lluvia apenas dejaba ver el suelo, él estaba ahí, susurrando al viento: “Time and tide wait for no man”. Luego me miró. No tenía ojos, Marigold. Tenía libros en las cuencas. Volví a casa y escribí como nunca en mi vida.
Marigold lo miró en silencio. Encendió una vela y la dejó sobre el alféizar. Afuera, en la penumbra, alguien susurraba versos. Alguien venía a recordar que el tiempo es un río que no espera por nadie. Que las palabras, aunque antiguas, aún pueden salvarnos.
¿Quién fue Geoffrey Chaucer?
Geoffrey Chaucer – El padre de la literatura inglesa
Geoffrey Chaucer (c. 1343–1400) fue un poeta, filósofo, diplomático y funcionario inglés, considerado el precursor de la literatura en lengua inglesa. Nació en Londres en el seno de una familia de comerciantes de vino y desde joven estuvo vinculado a la corte, sirviendo como paje y luego como diplomático y funcionario real bajo los reinados de Eduardo III, Ricardo II y Enrique IV.
Su obra más célebre, The Canterbury Tales, es una colección de relatos contados por peregrinos que viajan a Canterbury. Escrita en inglés medio, esta obra legitimó el uso literario del idioma vernáculo en una época dominada por el latín y el francés. Chaucer también escribió Troilus and Criseyde, The Book of the Duchess, The House of Fame y The Legend of Good Women, entre otros.
Además de su labor literaria, Chaucer fue contralor de aduanas, maestro de obras del rey y miembro del Parlamento. Su estilo combina humor, crítica social, profundidad filosófica y una aguda observación de la condición humana. Murió en 1400 y fue enterrado en la Abadía de Westminster, siendo el primer escritor sepultado en el Rincón de los Poetas.
The droghte of March hath perced to the roote,
And bathed every veyne in swich licour
Of which vertu engendred is the flour…”
han calado la raíz del seco marzo,
y cada vena empapan con licor sutil
que da a la flor su fuerza y su abrazo;
cuando Céfiro con su dulce aliento
ha despertado brotes en los campos,
y el sol joven en Aries va contento,
y los pájaros cantan sus encantos…
entonces la gente siente el deseo
de peregrinar por tierras lejanas,
a santuarios santos con devoción y anhelo,
como a Canterbury, por sendas tempranas.”
Voces que resisten
A veces no hay que gritar para resistir. Basta con escribir. Basta con amar el lenguaje aunque nadie escuche. Geoffrey Chaucer caminó entre tabernas y templos, recogió murmullos y los convirtió en legado. Si el tiempo no espera, que al menos nos encuentre narrando.
RCJ
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