La otra manera de contar el relato
Fito, el narco del fin del siglo ecuatoriano
Ecuador extraditará a uno de los suyos. Y no a cualquiera, sino al líder más temido del crimen organizado nacional.
La historia de José Adolfo Macías Villamar, alias "Fito", podría haberse contado como una leyenda criminal local, encerrada entre los muros de las cárceles de Guayaquil. Pero su sombra, larga y profunda, cruzó fronteras. Este jueves, el presidente de la Corte Nacional de Justicia de Ecuador, José Suing, aprobó su extradición a Estados Unidos, luego de que el propio acusado aceptara ser entregado. El paso final lo dará el presidente Álvaro Noboa, abriendo la puerta para que la justicia norteamericana lo reciba con las esposas bien ajustadas.
En su tierra, “Fito” era más que un jefe criminal. Era el rostro brutal de Los Choneros, una banda que nació en los años noventa en Chone, provincia de Manabí, y que se expandió como plaga por las ciudades del Pacífico. En 2023 se estimaba que la organización contaba con entre 12.000 y 20.000 miembros, lo suficiente para considerarla el cartel más poderoso del Ecuador.
El fin de un santuario constitucional
Durante décadas, la Constitución ecuatoriana ofrecía protección sagrada a sus nacionales. Desde 1946, el artículo 79 prohibía la extradición de cualquier ecuatoriano. Pero en abril de 2024, el país decidió romper ese tabú. Mediante referéndum, la población votó a favor de una reforma constitucional para permitir estas entregas, especialmente en casos de delitos como narcotráfico, trata de personas y lavado de activos.
“Ahora tendremos más herramientas para luchar contra la delincuencia y devolverle la paz a las familias ecuatorianas”, declaró el presidente Noboa tras la victoria del referendo. Fito será el primero en estrenar esta nueva página jurídica.
“Donde no llega la ley, llega el miedo. Y a veces, solo el extranjero se atreve a romperlo.”
El largo brazo de la DEA
El fiscal federal del Distrito Este de Nueva York, John J. Durham, lo dejó claro: la intención de enjuiciar a Fito no es simbólica. Se trata de un golpe directo a los carteles. La acusación incluye siete cargos formales, entre ellos conspiración para distribuir más de 1.100 kilogramos de cocaína, contrabando y uso de armas de fuego, tráfico transnacional, y lavado de dinero. La fiscalía lo describe como un líder despiadado de una organización transnacional violenta.
Según Estados Unidos, bajo su mando, Los Choneros facilitaron rutas clave para el Cártel de Sinaloa y también trabajaron con disidencias de las FARC. Desde Ecuador, enviaron toneladas de cocaína por Centroamérica y México hacia EE.UU. En el camino, dejaron una estela de sangre: ataques a policías, abogados, fiscales, políticos y ciudadanos.
El fantasma bajo la tierra
Tras su espectacular fuga en enero de 2024 —de una prisión donde cumplía 34 años por asesinato, narcotráfico y delincuencia organizada—, Fito desapareció por 17 meses. Su recaptura, el pasado 25 de junio, fue digna de película: radares, sonares, y un operativo de más de 10 horas. Lo hallaron en un búnker subterráneo bajo una casa en Montecristi, a 400 kilómetros de Quito.
Ahora, con su extradición en curso, Macías no solo se convierte en el primer ecuatoriano entregado por su país en décadas. Se convierte en el símbolo de una nación que, por fin, empieza a romper el abrazo corrosivo entre poder, miedo y silencio.
“La impunidad es un lujo que ya no nos podemos permitir.”
Voces que resisten
¿Puede la justicia internacional resolver lo que durante años la justicia local toleró? ¿Estamos ante un cambio de era o solo ante una excepción?
La extradición de Fito es un mensaje: el Ecuador no está dispuesto a seguir siendo plataforma logística del crimen regional. Pero también es un reto: que el país no solo expulse a sus demonios, sino que se atreva a combatir los que aún le caminan dentro.
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