Santos Cerdán y la Trama de los Papeles Invisibles
La sombra del testaferro
Lo que se firma en la penumbra a menudo arde a la luz del día. Esta semana, una ráfaga de tinta encendida reveló que el exdirigente socialista Santos Cerdán firmó en 2016 un contrato privado para adquirir el 45% de la empresa Servinabar 2000. La firma, documentada por la Unidad Central Operativa (UCO) en el marco del caso Koldo, aparece en una transacción que el Consejo General del Notariado no ha tardado en calificar como un intento de "ocultar al verdadero propietario".
Según una nota recogida por Europa Press, el órgano notarial advierte que este tipo de contratos, realizados al margen de una escritura pública, solo vinculan a las partes firmantes, y tienen como principal propósito la evasión fiscal o el blanqueo de capitales. Así, lejos de ser un gesto inocente, el documento que vincula a Cerdán con una empresa adjudicataria de más de 75 millones de euros en contratos públicos, se inscribe en un patrón opaco y deliberado.
Lo privado y lo público
La Guardia Civil halló el contrato en la vivienda de Joseba Antxón Alonso, administrador de Servinabar, durante un registro. En él se detalla que Cerdán adquiriría 1.350 participaciones por 6.000 euros. Para el Notariado, el hecho de que este contrato no haya sido elevado a escritura pública lo despoja de efectos legales frente a terceros: la propia sociedad, los socios y el Estado.
No es solo una cuestión de forma. Lo que está en juego aquí es el acceso a poder a través de caminos paralelos, donde las reglas formales quedan anuladas por acuerdos a puerta cerrada. “Quien compra sin dejar huella, no quiere pagar con transparencia”, advierte un refrán antiguo que resuena en los pasillos del poder.
“Estos documentos privados sirven para disfrazar lo que no se puede mostrar en público. La política no puede convertirse en una coartada legal para el desvío de recursos.” — RCJ