The president posted an AI image of himself as pope - Truth Social
¿PAPA O PARODIA? TRUMP, LA TÚNICA Y EL DEDO AL CIELO
“El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente.” — Lord Acton
Como si no le bastara con intentar regresar a la Casa Blanca, Donald Trump ha vuelto a jugar con los límites de la sátira y el culto a su propia imagen. El viernes por la noche, publicó en su red Truth Social una imagen generada por inteligencia artificial en la que aparece vestido de Papa: túnica blanca, mitra dorada, colgante con crucifijo y el dedo índice alzado hacia el cielo.
La escena, sin pie de foto, se volvió viral en cuestión de horas. No era solo una ocurrencia. En declaraciones posteriores recogidas por El Telégrafo, el expresidente dijo en tono de broma que “le gustaría ser papa”, y agregó que hay un cardenal “muy bueno” en Nueva York —una referencia velada al arzobispo Timothy Dolan.
El contexto no podía ser más sensible. Días antes del cónclave del Vaticano para elegir al sucesor del Papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril, Trump asiste al funeral en Roma —su primer viaje al extranjero desde que recuperó la candidatura republicana. Como si se tratara de una puesta en escena medida al milímetro, la imagen IA no solo parodia al Pontífice, sino que busca elevar a Trump a un plano mesiánico, simbólico... y profundamente divisivo.
Las reacciones no se hicieron esperar. La política demócrata Melanie D’Arrigo disparó: “El tipo que rompió todos los Diez Mandamientos está publicando fotos de sí mismo como el Papa”. Y desde la cuenta de Republicanos Contra Trump sentenciaron: “Es una locura total en este punto”.
Incluso el senador republicano Lindsey Graham avivó la llama del delirio: “El cónclave debería mantener la mente abierta sobre Trump como papa. Estoy emocionado por la posibilidad”, afirmó entre bromas y medias verdades.
La imagen, el comentario y el funeral papal se funden en una escenografía donde Trump, como tantas veces, mezcla ironía, narcisismo y cálculo político. Y lo hace con un guiño ambiguo que juega a la comedia, pero huele a estrategia. Porque incluso en la parodia, hay un mensaje: si el poder es un escenario, él quiere todos los trajes.
VOCES QUE RESISTEN
Vestirse de Papa no convierte a nadie en santo. Tampoco las imágenes de IA pueden disfrazar la historia. Las bromas de Trump no son solo eso: son maniobras simbólicas para reforzar su narrativa mesiánica ante un electorado cansado, dividido y cada vez más proclive al espectáculo que a la reflexión. Y si la política se convierte en parodia, ¿quién queda para gobernar con seriedad?
— RCJ