Miguel Uribe: El silencio que aún no vence la palabra
| La otra manera de contar el relato
“El mal que hay en el mundo casi siempre viene de la ignorancia, y las buenas intenciones pueden hacer tanto daño como la maldad si carecen de entendimiento.” — Albert Camus
A poco más de un mes del atentado que sacudió a Colombia, la vida del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay se sigue debatiendo entre luces clínicas y sombras políticas. La Fundación Santa Fe de Bogotá ha informado que el político permanece en estado grave pero estable, con un pronóstico neurológico reservado y bajo ventilación mecánica.
Un cuerpo en batalla, un país en vilo
El parte médico divulgado por el doctor Adolfo Llinás Volpe señala que Uribe “continúa con manejo multidisciplinario” y ha sido sometido a procedimientos programados que han favorecido su evolución. Pero el peligro no ha pasado. Las heridas no son solo físicas: también son sociales, institucionales, democráticas.
El intento de asesinato —a plena luz del día, en una ciudad blindada— reveló lo que muchos intuían: que en Colombia la violencia política no ha sido erradicada, solo se ha reconfigurado. Los detalles del ataque apuntan a una estructura compleja, con al menos cinco implicados, entre ellos una mujer conocida como alias ‘Gabriela’ y un menor de edad que habría recibido dinero por disparar.
Ecos del crimen y las preguntas abiertas
Alias ‘Costeño’, presunto autor intelectual, sigue prófugo. La hipótesis del outsourcing criminal cobra fuerza: bandas contratadas para silenciar voces incómodas. Mientras tanto, las sospechas sobre infiltraciones en el esquema de seguridad del senador se multiplican. La Procuraduría ya analiza más de 50 pruebas recogidas.
La gravedad del caso no está solo en la sangre derramada, sino en el mensaje que deja: que se puede atentar contra un candidato presidencial y que la impunidad puede rondar los pasillos del poder.
VOCES QUE RESISTEN
“Que las balas no callen la voz del que quiere transformar. Que el miedo no tome la palabra donde la democracia debería gritar justicia.” — RCJ
Este atentado no es solo contra Uribe Turbay, sino contra el acto mismo de disentir. Es un golpe sutil al corazón de la república, disfrazado de crimen común. Cuando la política se convierte en territorio de sicarios, la democracia se convierte en rehén.
Recordar este caso es insistir en que los proyectos de país no se escriben con pólvora, sino con ideas. Y mientras haya quien denuncie, mientras haya quien resista, Colombia seguirá teniendo futuro.
— Voces de la conciencia democrática

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