Estados Unidos llama a consultas a su diplomático en Colombia por acusaciones de Petro
| La otra manera de contar el relato
Una grieta inesperada se ha abierto en el corazón de una de las relaciones diplomáticas más estables del continente. El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, ha llamado a consultas de manera “urgente” al encargado de Negocios en Colombia, John McNamara, tras las graves acusaciones lanzadas por el presidente colombiano Gustavo Petro.
Según la Agencia EFE, el gobierno de Washington calificó de “infundadas y reprensibles” las declaraciones de Petro, quien denunció públicamente la existencia de un presunto golpe de Estado en su contra, orquestado —según él— con apoyo de actores políticos de Estados Unidos y facilitado por su exministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva.
El fantasma del intervencionismo vuelve a rondar América Latina
Petro acusa a Leyva de haber sostenido reuniones en EE.UU. con congresistas republicanos como Mario Díaz-Balart y Carlos Giménez, ambos del estado de Florida, con el supuesto objetivo de presionar por su destitución y el ascenso al poder de su vicepresidenta, Francia Márquez. Una historia que, aunque aún sin pruebas públicas contundentes, ha agitado los cimientos de la política regional.
La Administración estadounidense respondió con frialdad diplomática, pero firmeza estratégica: llamó a McNamara a Washington, y afirmó estar “adoptando otras medidas” para manifestar su profunda preocupación sobre el “estado actual de la relación bilateral” con Bogotá.
Un socio estratégico entre la sospecha y la tensión
La nota oficial estadounidense deja claro que, a pesar de las diferencias políticas, Colombia continúa siendo un socio estratégico. Pero las heridas abiertas por la sospecha de conspiración pueden dejar cicatrices duraderas. El diario El País fue el primero en publicar que Leyva se habría reunido con Díaz-Balart hace dos meses, y habría intentado contactar a otros líderes republicanos.
Ambos congresistas negaron tajantemente cualquier implicación en complots, tildando las acusaciones de “inventos”. Pero la narrativa de Petro —con o sin sustento legal— ya ha sido lanzada al escenario internacional. Y en la política, a veces, las sospechas pesan más que los hechos.
La historia de América Latina está sembrada de líderes que denunciaron presiones externas y pagaron el precio. La denuncia de Gustavo Petro reabre un debate necesario: ¿hasta qué punto las potencias respetan la soberanía de los pueblos cuando sus intereses geopolíticos están en juego? Que Estados Unidos califique de ‘infundadas’ las palabras de Petro no elimina una verdad incómoda: el intervencionismo no siempre necesita soldados, a veces basta con silencios diplomáticos.
“El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente.” — Lord Acton
— RCJ

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