Netanyahu quiere un ataque a gran escala contra Irán, pero ¿hasta dónde llegará Trump si fracasan las negociaciones?
CONTANDO LA NOTICIA DE OTRA MANERA
“El mundo le dice a Israel: ‘Espera, aún hay tiempo’. Y yo digo: ¿Esperar para qué, esperar hasta cuándo?”. Esta frase, pronunciada por Benjamín Netanyahu en 2012, sigue resonando con una vigencia escalofriante. Entonces lo dijo a Hillary Clinton. Hoy, lo repite en sus gestos, aunque su interlocutor ya no es Obama sino Donald Trump. El mensaje no ha cambiado: Israel quiere atacar a Irán. Y quiere hacerlo pronto.
La información es tan inquietante como detallada. The New York Times lo ha desvelado: el plan de Netanyahu no es nuevo, pero ha ganado cuerpo. No fue el comercio ni los aranceles del 17% lo que lo llevó a Washington este abril, sino una petición directa y contundente: que EE. UU. apoye una operación militar sobre instalaciones nucleares iraníes, tan pronto como en mayo.
Las fuentes, según el Times, provienen de funcionarios de ambos países. El diseño militar es claro: primero ataques aéreos, luego comandos especiales israelíes que penetrarían en complejos subterráneos. Objetivo: retrasar el enriquecimiento de uranio por parte de Irán. ¿Realista? No tanto. Incluso fuentes militares israelíes admiten que sus fuerzas especiales no están listas. Además, los materiales sensibles están a decenas de metros bajo tierra, distribuidos estratégicamente en lugares como la planta de Natanz, al sur de Teherán, centro del programa nuclear iraní.
La tensión no solo es militar, también es digital. Esta misma semana, el viceministro de Información y Comunicaciones de Irán, Behzad Akbari, declaró haber interceptado uno de los ataques cibernéticos “más extendidos y complejos” registrados en su infraestructura nacional. En paralelo, el canciller Abás Araqchí lanzaba una advertencia feroz desde su cuenta en X: “Cualquier ataque será respondido inmediatamente.” Y acusaba a Netanyahu de actuar como si pudiera dictar también las decisiones diplomáticas de EE. UU.
Lo cierto es que Trump, al menos por ahora, no cede del todo a la presión. Aunque en 2018 rompió el histórico acuerdo nuclear con Irán (JCPOA), hoy vuelve a considerar la vía diplomática. En entrevista con la revista Time, declaró: “Creo que podemos llegar a un acuerdo sin el ataque. Espero que podamos. Si no, yo estaré liderando el grupo.” Un giro que desconcierta y revela otra batalla silenciosa: la que se libra dentro de la propia Casa Blanca entre los halcones del Pentágono y los pragmáticos que aún creen en la diplomacia.
Pero ¿qué ha cambiado? ¿Por qué Trump, que dinamita acuerdos, ahora tantea la negociación? Las razones son múltiples, pero una es clave: Irán ha logrado enriquecer uranio al 60%, acercándose peligrosamente al 90% necesario para fabricar armas nucleares. El margen de maniobra se acorta y el reloj diplomático avanza a contrarreloj.
Entretanto, Israel continúa elevando el tono. Su fantasía de una solución militar se enfrenta al muro de la física subterránea y a la resistencia geopolítica de Washington. Aun así, Netanyahu insiste. El guion, aunque viejo, se representa como si fuera estreno mundial. Esta vez con la humanidad como público cautivo.
VOCES QUE RESISTEN
“El silencio de las bombas es apenas el inicio del ruido diplomático.” La disyuntiva entre ataque o diálogo marca una vez más el pulso de la historia. Mientras unos sueñan con la guerra quirúrgica, otros luchan por sostener la diplomacia como única cirugía posible. La pregunta no es si se puede atacar, sino si el mundo puede sobrevivir al eco de ese ataque.