El presidente de Argentina, Javier Milei, asiste al funeral del Papa Francisco en el Vaticano: EL Periòdico
ARGENTINA Y LA NUEVA CACERÍA: PERIODISTAS EN LA MIRA DEL PODER
“Cuando la libertad de prensa se convierte en el blanco, la democracia ya está herida.” — Albert Camus
En la Argentina de Javier Milei, los enemigos del sistema ya no son solamente los sindicatos, los políticos o los jueces. Hoy, según el relato oficialista, hay una nueva "casta" que debe ser derrotada: el periodismo. La frase del presidente fue brutal, cargada de desprecio y de estrategia: “La gente no odia lo suficiente a los periodistas”. Y la ultraderecha lo entendió como una orden, no como una reflexión. El resultado: agresiones, propuestas de encarcelamiento, listas negras y un clima cada vez más oscuro para quienes ejercen el derecho —y el deber— de informar.
El Periódico español lo reporta con números duros: un aumento del 53% en ataques a la prensa por parte del Gobierno o sus aliados desde que Milei asumió la presidencia en diciembre de 2023. Pero más allá de las cifras, lo que duele es la escena: Roberto Navarro, director de El Destape, agredido físicamente por dos personas y hospitalizado por 48 horas. El mensaje no requiere traducción: cuestionar al poder tiene un costo.
La furia presidencial responde, en parte, a los escándalos que lo rodean. El llamado “criptogate” —una presunta estafa con activos digitales— involucra directamente a Milei y a su hermana Karina, apodada la “jefa”. Las críticas al brutal programa de ajuste económico y las denuncias que emergen desde medios opositores incomodan a un mandatario que construyó su carrera desafiando a los micrófonos... y ahora quiere silenciarlos.
Detrás del telón aparece Santiago Caputo, el asesor presidencial y uno de los ideólogos del discurso de guerra. Admirador de Los ingenieros del caos y El mago del Kremlin, Caputo no oculta su desdén por los reporteros. Hace poco fotografió la credencial de un periodista en tono amenazante. En lugar de desautorizar el gesto, Milei lo celebró. “El periodismo ha gozado demasiado tiempo del privilegio de producir la verdad”, dijo. Y remató: “Eso se acabó”.
La revolución libertaria, que prometía romper estructuras, ahora apunta con nombre y apellido: los periodistas son la nueva casta. Y el Congreso, dominado por la mayoría que le dieron las urnas, ya estudia proyectos que permitirían juzgar y encarcelar a comunicadores bajo cargos de “manipulación informativa” o “difamación organizada”. La distopía no es futura: ha comenzado.
VOCES QUE RESISTEN
Primero llamaron “casta” a los que gobernaban, luego a los que disentían y ahora, a los que informan. Pero cada periodista que recibe una amenaza y decide seguir escribiendo, cada medio que resiste el ahogo económico, y cada ciudadano que defiende el derecho a saber, son pequeñas trincheras de una libertad que aún respira. Porque donde el poder busca silencio, la prensa debe ser grito.
— RCJ