FRASES CÉLEBRES CON HISTORIA
📅 4 de julio de 2025
César Vallejo: El poeta que escribió incluso después de morir
“Hay, hermanos, muchísimo que hacer” – la urgencia que nunca se detuvo
La frase que cruzó la montaña
“Hay, hermanos, muchísimo que hacer.” – César Vallejo
El cuaderno de los que aún no tienen nombre
En una comunidad andina del Perú, a 3.700 metros de altura, una escuela funcionaba en un local prestado por la parroquia. En el fondo de un estante olvidado, había un cuaderno viejo, cubierto de tierra. Llevaba escrito a mano un solo verso en la portada: “Hay, hermanos, muchísimo que hacer.”
Lo encontró Rosa, una profesora recién llegada de Lima. Había pedido un traslado a esa escuela porque sentía que en la ciudad enseñaba mucho, pero educaba poco.
—¿De quién es esto? —preguntó, mostrando el cuaderno en la asamblea de padres.
—Fue de Mateo —dijo don Evaristo, el más anciano del pueblo—. El que murió antes de poder ir a la universidad. Quería escribir la historia de este lugar. Lo que nadie cuenta.
El verso como semilla
Rosa empezó a leer los fragmentos del cuaderno en clase. Había notas sueltas, pequeñas crónicas de pastores, dibujos de manos agrietadas, frases de Vallejo subrayadas en rojo.
—Maestra —dijo un niño con voz ronca—, ¿por qué Vallejo dice que hay tanto que hacer si él ya está muerto?
—Porque hay muertos que trabajan más que los vivos —respondió ella, cerrando el libro con delicadeza.
Desde entonces, cada viernes, los alumnos debían escribir un “poema urgente”. No importaba la forma. Solo que dijera algo que el mundo necesitara oír. Aunque doliera. Aunque raspara.
El cartel en la plaza
Un día, la escuela organizó una exposición en la plaza del pueblo. No hubo escenarios ni altavoces. Solo papeles colgados de sogas, con poemas escritos a mano. Uno decía:
“Mi abuelo no tiene casa, pero tiene historia. Y yo la voy a escribir.”
Otro tenía solo una palabra: “Presente”, con el dibujo de un cuy y un cuaderno roto.
La gente empezó a leer. Y a llorar. Y a dejar ofrendas. Y a escribir también. La frase de Vallejo estaba colgada al centro, como faro:
“Hay, hermanos, muchísimo que hacer.”
El eco que no se apagó
Dos años después, Rosa envió un dossier con todos los textos a una universidad en Lima. Le respondieron con una beca para uno de sus alumnos. Lo recibió Efraín, el hijo del panadero, que había escrito un poema sobre el barro y la esperanza.
—¿Qué le vas a decir al llegar? —le preguntó Rosa antes de que se fuera.
—Nada. Voy a mostrarles el cuaderno de Mateo. Y la frase de Vallejo. Eso es todo lo que necesitan oír —respondió, con los ojos firmes.
Desde entonces, en esa comunidad, todos los años se celebra el “Día del Hacer”. No hay discursos. Solo acción. Reparan casas, pintan la escuela, escriben. Y al terminar, alguien lee en voz alta:
“Hay, hermanos, muchísimo que hacer.”
¿Quién fue César Vallejo?
César Vallejo – Dolor y palabra

Virginia Giuffre, Epstein y el Príncipe Andrés: El Silencio Final de una Heroína Acorralada
Siguiente artículo
No hay comentarios:
Publicar un comentario