FRASES CÉLEBRES CON HISTORIA
📅 10 de julio de 2025
Alejandra Pizarnik: La que convirtió la soledad en lenguaje
“Y no es que muera de amor, muero de ti.” – el poema donde el dolor tiene nombre propio
La frase que se tatuó en la piel invisible
“Y no es que muera de amor, muero de ti.” – Alejandra Pizarnik
El espejo que la devolvió distinta
Era sábado. Abril. Y Mara se miraba al espejo por primera vez en meses. No por vanidad. Por miedo. Porque sentía que ya no estaba allí, que su cuerpo era un disfraz que apenas contenía lo que quedaba de ella.
—No puedo más —susurró.
“Y no es que muera de amor, muero de ti.”
No era una metáfora. Era diagnóstico. Y sentencia.
El diario que nunca entregó
Durante tres años, Mara escribió cartas a alguien que ya no estaba. Un hombre que la dejó sin decir adiós. Su psicóloga le pidió que quemara los textos. Pero ella los guardó, como un cuerpo escondido en un desván emocional.
—¿Por qué no lo sueltas? —le preguntó su amiga Lucía.
—Porque él me sostuvo… y también me rompió.
—Pero ya no está.
—Justamente. Por eso duele.
La habitación donde se pronunció el silencio
Un día, sin razón aparente, Mara fue al centro de arte contemporáneo. En la sala vacía había una instalación llamada “Instrucciones para habitar el vacío”. En una de las paredes, en letras negras, brillaba la frase de Pizarnik.
Ella se sentó en el suelo. Y lloró. Lloró con el cuerpo entero. No por él. Por sí misma. Por todo lo que había permitido. Por haber dejado de hablar en su propio idioma. Por haberse traicionado.
Luego, en voz apenas audible, repitió:
—Ya no muero de ti. Ahora nazco… sin ti.
La carta que sí envió
Días después, escribió una última carta. Esta vez, no para él. Para ella misma:
“Sobreviví. Sin explicación. Sin revancha. Pero viva. Alejandra tenía razón: se puede morir de alguien. Pero también se puede renacer.”
Y firmó con su nombre completo, como si por fin pudiera sostenerlo sin temblar.
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