España extradita con condiciones al “Negro Willy”
La justicia se escribe con garantías
“El Estado debe castigar sin odio y proteger sin miedo” —Simone Weil.
España ha dicho sí. Pero no a ciegas. La Audiencia Nacional ha autorizado la extradición de William Jofre A. B., alias "El Negro Willy", presunto cabecilla del asalto en directo a un canal de televisión en Guayaquil, Ecuador. El delito: terrorismo. La escena: armas, explosivos, un presentador de rodillas rogando por su vida frente a cámaras encendidas. Pero hay un matiz, una condición, un aviso.
La entrega será efectiva solo si Ecuador demuestra que sus cárceles no son cementerios anticipados. Que la vida y la integridad del extraditado estarán garantizadas. Que se ha cumplido con las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Porque la justicia no puede convertirse en venganza disfrazada.
Cuando las cámaras no protegen
“La violencia encuentra su guarida donde la ley está ausente o desbordada” —Hannah Arendt.
El asalto ocurrió el 9 de enero de 2024. Un comando armado irrumpió en TC Televisión y transmitió su amenaza en directo. Según la justicia ecuatoriana, William Jofre fue el cerebro. El que ordenó: “¡Conectad la señal, quiero hablarle al país!”. La banda: Los Tiguerones, nombre que ya genera espanto en cada titular. El cargo: terrorismo.
Pero cuando fue detenido en España —en la localidad tarraconense de Segur de Calafell—, alegó inocencia. Su abogado, Gonzalo Boye (el mismo que defiende a Carles Puigdemont), aseguró que ni siquiera estaba en Ecuador ese día. Que no hay garantías. Que su cliente, si es enviado de regreso, podría morir.
Extradición bajo palabra
“Una promesa entre Estados es una cuerda floja donde caminan los derechos humanos” —RCJ.
La Audiencia no se dejó convencer. Los testimonios, las pruebas, los nombres clave —El Negro Willy, El Comandante Willy— le vinculan directamente. La extradición fue aprobada. Pero con tres meses de margen para que Ecuador certifique que sus prisiones han sido “normalizadas”. Que allí no reina el caos. Que ni la violencia ni la tortura sean moneda corriente.
No es una cuestión de indulgencia. Es de humanidad. De diplomacia judicial. Porque entregar a un hombre a un país en guerra interna, sin garantías, no es justicia: es complicidad. España, esta vez, ha exigido algo más que una firma. Ha pedido certezas.
“¿Y si se arrepiente en la celda? ¿Y si no fue él? ¿Y si lo fue, pero merece un juicio justo, con garantías, sin verdugos uniformados? Extraditar sí, pero que el derecho no muera en la frontera” — RCJ.
Fuente incrustada: Javier Corbacho – *El Español*, sección Tribunales.