Dializar la Deuda: El Estado Ecuatoriano, Entre Bonos y Riñones
Cuando el oxígeno del sistema público llega a través de clínicas privadas
"La salud no lo es todo, pero sin ella, todo lo demás es nada."
– Arthur Schopenhauer
En Ecuador, la vida de cerca de 17.000 pacientes con insuficiencia renal depende de un sistema que no termina de sanar sus propias heridas financieras. Desde 2008, cuando la insuficiencia renal crónica fue declarada enfermedad catastrófica, el Estado se comprometió a cubrir el tratamiento de diálisis. Hoy, sin embargo, el corazón de esa promesa late con dificultad.
El Ministerio de Salud Pública ha informado, según la agencia EFE, que desde inicios de 2024 ha desembolsado 56,8 millones de dólares a clínicas privadas. Solo en mayo se pagaron 22,7 millones, pero no en efectivo: el oxígeno financiero llegó en forma de bonos de deuda interna. La mayoría de las clínicas tuvieron que venderlos en el mercado para obtener liquidez inmediata.
El problema no es nuevo, pero sí más urgente: la deuda estatal con las dializadoras privadas asciende a 270 millones de dólares. Esta cifra incluye pagos pendientes del Ministerio y del IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social). El IESS, consultado también por EFE, indicó que ha priorizado estos pagos: en 2023 abonó 113 millones y este año ha transferido otros 65,5 millones, aunque aún no cubre todo lo del año anterior.
"No hay medicina que cure lo que no cura la miseria."
– Miguel de Cervantes
La sanidad pública no puede dar abasto: el 88% de los pacientes con insuficiencia renal es atendido por clínicas privadas. Cada paciente necesita tres sesiones de cuatro horas por semana para depurar su sangre. Es un tratamiento vital, pero cada vez más difícil de sostener.
Además de las diálisis, el Estado también debe garantizar exámenes, medicamentos y atención médica especializada. Sin embargo, clínicas y pacientes denuncian una nueva amenaza: el intento del IESS por reducir la tarifa mensual por paciente de 1.456 a 1.100 dólares, cifra que consideran insuficiente para cubrir todos los costos operativos.
En medio de la deuda, los bonos, los recortes y las sesiones de cuatro horas, los pacientes esperan no solo un tratamiento, sino un compromiso real. Porque la vida, en estos casos, no admite cuotas aplazadas.
"La medida de una sociedad es cómo trata a los más vulnerables."
– Mahatma Gandhi
VOCES QUE RESISTEN
“Estamos vendiendo bonos para poder comprar medicamentos. No es negocio, es urgencia humana.” – Administrador de clínica privada en Guayaquil.
“Mi papá depende de tres diálisis por semana. No puede esperar a que el Estado pague mañana.” – Hija de paciente en Quito.
Reflexión RCJ: Si el corazón del sistema de salud pública late gracias a clínicas privadas, ¿quién carga con el desfibrilador financiero? En Ecuador, la salud es deuda, pero también es deuda no saldar la vida.
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