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#LatinoConEstilo
Tarzan Boy: la canción que convirtió la jungla en una disco
Un grito salvaje que aún resuena en nuestras cabezas
A mediados de los años 80, cuando los peinados desafiaban la gravedad y los sintetizadores eran los dioses del ritmo, apareció una canción que no solo nos hizo bailar: nos hizo rugir. “Tarzan Boy” de Baltimora fue ese extraño conjuro musical que convirtió la pista de baile en una jungla fluorescente. Con su estribillo tarzanesco, melodía pegajosa y beat imposible de ignorar, el tema cruzó océanos y generaciones. ¿Recuerdas el grito? Si cierras los ojos, seguramente ya lo estás tarareando.
“Sin música, la vida sería un error.” — Friedrich Nietzsche
Stereo Cien lo describió así: “¿Recuerdas ‘Tarzan Boy’ de Baltimora? La canción que nos hizo bailar como salvajes en los 80.” Y no se equivocaban. Fue un fenómeno italo disco que encarnó lo mejor del desenfreno ochentero: sintetizadores vibrantes, colores chillones y videoclips cargados de teatralidad. Su impacto fue tan inmediato como duradero, y aún hoy suena en anuncios, películas o playlists retro. La periodista Cecilia Masariego lo definió como “un himno que cruzó selvas, pistas de baile y generaciones”.
Un hit salido directamente de la selva (del italo disco)
Lanzada en 1985, “Tarzan Boy” fue la carta de presentación del proyecto Baltimora, liderado por el italiano Maurizio Bassi con Jimmy McShane como rostro visible. La canción combinó sintetizadores intensos, percusión bailable y un grito estilo Tarzán como estribillo principal. La fórmula funcionó: se coló en el top 20 de EE. UU. y arrasó en Europa. Era imposible no rendirse a su energía.
Un videoclip que es pura estética 80s
El videoclip de “Tarzan Boy” es una cápsula del tiempo. Colores fosforescentes, efectos visuales vintage, coreografías de brinco libre. McShane saltaba como si cada beat lo empujara más alto. El video reforzaba la identidad salvaje y juguetona del tema, en plena era dorada de MTV.
“La nostalgia es la tinta invisible de las canciones que nunca se van.” — RCJ
Una pegajosidad que no desaparece
Desde su debut, “Tarzan Boy” ha sido remezclada, versionada, parodiada y reciclada. La hemos escuchado en películas como Teenage Mutant Ninja Turtles III, en anuncios publicitarios, en series de culto. Su coro aún atrapa al oído más joven. Incluso quienes no vivieron la década sienten que ya la han bailado.
“Una buena melodía puede hacerte volver en el tiempo sin pedir permiso.” — Anónimo
Más que un “one hit wonder”: un fenómeno pop
Aunque Baltimora no logró repetir el éxito, “Tarzan Boy” se volvió un símbolo. No es solo una canción pegajosa: es un portal a una época de desenfado, colores imposibles y fiesta sin reglas. Su legado es la alegría que provoca cada vez que suena, y eso vale más que cien listas de éxitos.
RCJ Digital
Algunas canciones desaparecen con la moda. Otras se integran a la memoria colectiva y resurgen cada tanto para recordarnos que bailar sin vergüenza también es resistencia. “Tarzan Boy” es eso: la jungla desatada del pop. Cuando la escuchamos, no estamos recordando los 80… los estamos reviviendo.
VOCES QUE RESISTEN
- “Tarzan Boy es lo que pasa cuando la locura creativa no pide permiso.” — DJ Loudermind, coleccionista de vinilos
- “A veces, un solo éxito vale más que una discografía entera.” — Crítico de sonido Italo-Retro, Berlín
- “No hay algoritmo que compita con un buen grito de Tarzán bien sincronizado.” — Coleccionista anónimo en TikTok