Correa insiste en un "fraude" en Ecuador y exige investigar triunfo "imposible" de Noboa . Img. EFE
“Cuando el sabio señala la luna, el necio se queda mirando el dedo.”— Proverbio chino
Rafael Correa, ex presidente de Ecuador y referente de la Revolución Ciudadana, ha lanzado una acusación de “fraude monumental” en las elecciones presidenciales del 13 de abril de 2025. Lo dijo con tono firme, con la convicción de quien no acepta el resultado, pero sin la evidencia de quien sí podría revertirlo. Lo hizo desde Argentina, en el programa “Diálogo Internacional” conducido por Atilio Borón.
Las declaraciones de Correa son alarmantes no por su impacto jurídico —ya que no presentan pruebas formales ante organismos internacionales ni desencadenan acciones concretas—, sino por su potencial para debilitar la confianza ciudadana en la democracia ecuatoriana. Esta vez, la denuncia no tiene el eco que sí tuvo en otras latitudes. Ecuador no es Venezuela, ni Honduras en 2017, ni Bolivia en 2019. No hay informes técnicos de misiones observadoras de la OEA, de la UE, ni impugnaciones serias de organismos independientes. Solo palabras. Palabras sin peritos.
EL CONTEXTO QUE CORREA OMITE
El Consejo Nacional Electoral (CNE) presentó los resultados oficiales: Daniel Noboa reelecto con un 55,63% frente al 44,3% de Luisa González. Este margen no fue estrecho, sino considerable. Claro que sí: la victoria se la esperaba, pero no con ese margen. A última hora, los jubilados y el pueblo se decidieron, descolocando a toda encuesta. Las encuestas registraban una ligera pero constante ventaja del actual mandatario. A diferencia de lo que afirma Correa, no todas lo daban como ganador a él.
Además, no se han reportado irregularidades sustantivas por parte de las misiones internacionales, ni por ONGs ecuatorianas que monitorean la transparencia electoral. El llamado de Correa a “abrir las urnas” se vuelve un acto retórico más que una exigencia institucional viable.
LA PALABRA FRAUDE, UN ARMA DE DOBLE FILO
Usar la palabra “fraude” sin pruebas es irresponsable. Lo es porque genera inestabilidad, deslegitima un proceso democrático y coloca una sombra sobre la voluntad popular. Pero además, lo es porque expone una contradicción en el propio Correa: mientras denuncia fraude, no presenta documentos, actas manipuladas, testimonios firmados ni auditorías paralelas.
En cambio, Daniel Noboa capitalizó el hartazgo popular ante la violencia, el narcotráfico y la parálisis económica. Su triunfo fue, en muchos sentidos, un voto castigo contra la vieja política —incluida la de Correa— más que un cheque en blanco a su gobierno.
El pueblo eligió con esperanza, no con manipulación. El resultado no fue la traición de las urnas, sino una expresión de hastío y necesidad.
VOCES QUE RESISTEN
“La democracia no se construye con insultos al resultado electoral, sino con respeto al veredicto popular.”— Diana Atamaint, presidenta del CNE
“Decir que hubo fraude sin pruebas es el nuevo deporte de quienes no saben perder.”— María Paula Romo, ex ministra y activista
“La palabra fraude es demasiado seria como para usarla por frustración personal.”— RCJ