Ancelotti vive el final de su segunda etapa como DT madridista.© /X
"Nunca salió el arcoíris sin que lloviera primero."
— Carlo Ancelotti
“Nunca salió el arcoíris sin que lloviera primero”, susurró Carlo Ancelotti en Valdebebas, cuando Florentino Pérez buscaba respuestas bajo el cielo encapotado de un Real Madrid que necesitaba recomponerse. La frase, tan cargada de poesía como de resignada esperanza, no fue casual. Según relató El Periódico el 28 de abril de 2025, una simple llamada telefónica podría desencadenar un auténtico terremoto en el club blanco. Una llamada que pondría fin a la era Ancelotti, abriría la puerta a Xabi Alonso, liberaría al presidente y agitaría las aguas quietas de una plantilla hastiada.
Carletto, el hombre que soñaba con ser para el Madrid lo que Molowny fue en otros tiempos —un refugio, un comodín, un regreso posible—, se marchará sin estridencias, dejando 15 títulos, agradecimientos y un vestuario que lo ve como un padre. A pesar de la mala planificación de la plantilla, Ancelotti mantuvo la elegancia hasta el final, como el verdadero caballero que nunca se permitió una espantada al estilo Zidane.
Su destino estaba sellado lejos de Chamartín. Brasil, la pentacampeona herida, necesitaba a un técnico que devolviera su esplendor. Tras la eliminación del Madrid ante el Arsenal, los contactos que habían empezado en la sombra se hicieron reales. Fue entonces cuando, en una cena privada, el emisario de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Diego Fernandes, le propuso formalmente el desafío. El arcoíris, por fin, podía salir: Brasil será su próxima casa, pese a los temores de su familia por la inseguridad, que revivió viejos fantasmas del tiempo de Liverpool.
Mientras tanto, Xabi Alonso, ese heredero silencioso, esperaba pacientemente en Leverkusen. Como confirmó El Periódico, existía un pacto de caballeros desde enero: si el Real Madrid llamaba, Xabi saldría. La llamada aún no ha sonado, pero todo está preparado. José Ángel Sánchez, el fiel arquitecto en la sombra del club, le pidió que aguantara. Aguantaría. Porque la espera tiene premio: regresar como el elegido para liderar la nueva era merengue.
La operación, además, alivia las tensiones económicas de Florentino: pagar 10 millones por Alonso supone un gesto de cordialidad hacia el Bayer Leverkusen y de prudencia financiera en medio de las obras faraónicas del Bernabéu. En paralelo, nombres como Santiago Solari ya calientan para asumir interinamente el reto del Mundial de Clubes, mientras las maniobras internas ocultan otras verdades: el supuesto interés en Klopp nunca fue más que humo.
Así, en este juego de silencios, lealtades y despedidas elegantes, se cumple el viejo axioma: tras la tormenta, siempre aparece el arcoíris.
VOCES QUE RESISTEN
"El que siembra viento, recoge tempestades", decía Séneca. El Real Madrid ha aprendido a gestionar sus tormentas y a sembrar, esta vez, esperanza. Entre la lluvia y el arcoíris, a veces basta una sola llamada para cambiar la historia. A Ancelotti le llovió dignidad; a Xabi Alonso, quizá, le aguarde la aurora."
RCJ